Gota a gota, vamos conociendo la reforma fiscal que prepara el Gobierno Rajoy. No sabemos mucho pero ya sabemos que se unifica el Impuesto de Sociedades: del 30 al 25%, lo que significa que las grandes empresas pagarán lo mismo que las pequeñas.

Pues muy mal, señor Rajoy. Lo importante, y lo justo, y lo más productivo, y lo que crea empleo es la micropyme, los profesionales, los autónomos, el pequeño comercio, la pequeña explotación agraria, etc.

Es cierto que, con fecha 1 de enero, el Gobierno suprimió muchas desgravaciones, lo que hacía que las grandes empresas, con un tipo nominal del 30%, pagaran al Fisco mucho menos que la pequeña empresa, con un nominal del 25%. Los grandes tienen mucho que desgravar y buenos fiscalistas para forzar las desgravaciones. Los pequeños, no.

Aun así, lo lógico es que una reforma fiscal lleve a todos los impuestos posibles el sistema progresivo.

Al IVA, en que ya existe pero en pocos tramos y al Impuesto de Sociedades, porque no se puede equiparar al Grupo BBVA, por decir algo, con el tendero de la esquina. Si existe un sistema progresivo en el IRPF, también debe existir en el resto.

Los valedores del tipo único venden sencillez impositiva. Es cierto. Un tipo único, o muy pocos tipos, son más sencillos, tanto a la hora de pagar como a la hora de perseguir el fraude. Cierto, pero también resulta más injusto, porque supone igualar a los desiguales.

Pero lo más importante: liberalismo supone defender la pequeña propiedad privada. Lo grande es ingobernable y acaba siempre en oligopolio, esto es, en reducción de la igualdad de oportunidades, que es el sentido último de la llamada libre competencia. Dicho de otra forma, si España quiere crear empleo, será poniéndoselo fácil a los emprendedores, a los pequeños, defendiendo la pequeña propiedad privada. Rajoy (en la imagen), por el momento, apuesta por lo grande, es decir, por la aristocracia. Mal vamos.

Eulogio López

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