Aznar desautoriza hablar de pactos con los nacionalistas antes de las elecciones

Hay quien considera que no hay cambios entre Aznar y Rajoy. Ambos consideran que la economía es prioritaria frente a las cuestiones morales y ambos consideran que hay que pactar con los nacionalistas si es necesario. La diferencia es que Aznar nunca habló de pactos con los nacionalistas durante el período preelectoral. Es verdad que del "Pujol, enano, habla castellano", pasó al "Pujol, presidente, habla lo que quieras". A la fuerza ahorcan.

Y esta es la diferencia. Aznar considera que los nacionalistas son un mal que destruye la unidad nacional. Además, cree -como creía Julián Marías- que "no hay que intentar contentar a quien no se quiere contentar". Por eso señaló en el Congreso de Valencia que el orden debe ser: ir a por todas y si no queda más remedio, pactar. Por el contrario, Rajoy aplica la estrategia de guiñar a priori, negando las posibilidades de triunfo y estableciendo más caro el eventual pacto.

Al final, si tocaba tragar, Aznar tragaba. Rajoy -en cambio- se plantea el ‘trágala' antes de encontrarse en situación. La diferencia es sustancial. Porque no conviene tirar la toalla antes de tiempo. Pero esta parece ser la estrategia de Rajoy que a un año de las gallegas no se cierra a la posibilidad de "hablar" con el BNGa, ese que le arrebata los votos de los jóvenes. Siembra nacionalismo en las escuelas y cosecharás voto nacionalista. Lo curioso es que Fraga le haya apoyado defendiendo el diálogo con el Bloque siempre que la defensa de Galicia se haga "en el marco estatal y no contra España". Pero, D. Manuel, ¿no sabe que eso es imposible a estas alturas?