Hasta hace unos cinco años, Rafael Pérez Escolar era para mí un tipo antipático, dominado por el afán de venganza. Además, en su rosario de pleitos, había tomado como diana a  algún amigo mío, lo que me molestó mucho. Pero cambié de actitud ante él, con en el caso de las cesiones de crédito del Santander, las que entronizaron la impunidad de Emilio Botín, y con el caso Oil Dor, que entronizó la impunidad de Francisco González, presidente del BBVA.

De esas dos experiencias concluí que, de todos los estamentos públicos o sociales, al menos en España, el más corrupto no era la política, ni el periodismo: es la judicatura. El más corrupto y el más sectario. Contra él, sólo cabe la cabezonería de gente como José Maria Trevijano -asimismo recientemente fallecido- o como la de Rafael Pérez Escolar. Ninguno de los dos ganó sus batallas, pero al menos las libraron, hicieron dudar y temblar al poder, al de izquierdas y al de derechas, porque al final, eso son sólo apellidos: la clase social de los poderosos siempre acaban por entenderse -concertación, que le dicen- para fastidiar al pobre.

Emilio Botín consiguió que todo el aparato del Estado (Abogacía y fiscalía) se convirtiera en defensor de un presunto defraudador de muchos miles de millones que, encima, ha llevado ante los tribunales a las titulares decisiones.

En el caso Oil Dor, un negocio impulsado por el propio Escolar, éste acabo en la cárcel, mientras el señor González, ya aupado a la Presidencia del BBVA, cobraba tres veces (dos plusvalías y una valoración inflada, sin la que el pelotazo no hubiera podido realizarse) y quedaba exonerado de toda culpa.

Y así, un FG cuya única experiencia bursátil consistía en ser amigo del entonces vicepresidente Rodrigo Rato, consiguió encaramarse al poder, e incluso enviaba a uno de sus chicos a intimidar a Pérez Escolar, mientras, en el colmo del cinismo, Emilio Botín nombraba consejero del Banco Santander a Luis Ángel Rojo, el gobernador que le había regalado Banesto.

A mí, que me den muchos escolares, y aún más trevijanos, y que quiten de mi vista a botines y efegés. Me quedo con los perdedores. El fallecimiento de éstos últimos suele ser silenciado por la prensa, porque los grandes medios no forman parte del sistema: son el Sistema.

Éste es el momento de leer las dos obras de ambos, asimismo silenciados por el sistema imperante, la plutocracia de políticos y gestores: "Memorias", de Rafael Pérez Escolar y "Contra la corrupción en la Administración", de José María Trevijano.

Eulogio López

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