Sr. Director:

Ante las elecciones próximas todos los políticos se afanan por mostrar a los ciudadanos los logros y cumplimientos de sus programas. Los éxitos se contabilizan con cifras macroeconómicas. Poco o nada se dice de lo logrado en favor de las personas y de su bienestar espiritual. Un progreso que no vaya acompañado de mejoras personales, familiares o sociales, no es tal progreso. Se tratar de dar gato por liebre al personal.

 

No es casual, ni mucho menos, que en estos días aparezcan y se tenga noticia de casos de corrupción en los dirigentes políticos y gobernantes, que asquean a la ciudadanía.

En algunos dirigentes se descubre una absoluta falta de honradez que compromete su buen nombre y el del partido a que pertenecen. Mal podrán administrar la cosa pública o buscar el bien de todos, quienes han sido cogidos "in fraganti" con las manos manchadas por el trinque, el pelotazo, o el enriquecimiento rápido.

Si la corrupción está instalada en la cúpula de los que mandan, habrá que desconfiar de ellos y exigir depuraciones para que no contaminen a sus compañeros de partido y sirvan de pésimo ejemplo a los demás.

Las palabras de Joan Baez deberían servir de reclamo a todo hombre público:"Si no luchas contra la corrupción y la podredumbre, acabarás formando parte de ella".

Miguel Rivilla San Martin

miriv@arrakis.es