Para que la nutrición de los cultivos y la absorción de nitrógeno (N) por parte de la planta sea la adecuada, es necesario que la planta tenga N disponible y, por lo tanto, el suelo contenga nitrato.
Al final de su ciclo, los cultivos, en general, dejan de absorber N y el N nítrico que no han utilizado permanece en el suelo.
Además, el proceso natural de mineralización de la materia orgánica del suelo y de los abonos orgánicos que se aplican no se detiene con el final de ciclo del cultivo y continúa acumulándose nitrato en el suelo. De este modo, en los períodos en que no hay cultivo que pueda absorber el nitrato, éste se puede acumular en el suelo en cantidades muy altas, especialmente cuando la gestión del abonado de los cultivos no es ajustada, cuando se aportan cantidades excesivas de deyecciones ganaderas, etc.
Por ello es tan importante hacer una correcta gestión del abonado, especialmente del nitrógeno, para evitar posibles contaminaciones de las aguas subterráneas. Esta pequeña explicación pretende darnos a entender que la contaminación de las aguas con nitrógeno nítrico no siempre es debida a la excesiva aplicación de nitrógeno ya sea de procedencia inorgánica como orgánica.
Domingo Martínez Madrid