Juicio por el Prestige, diez años después del hundimiento del buque frente a las costas gallegas. Se sientan en el banquillo el capitán y otros responsables de la embarcación, como debe ser, y la empresa queda un tanto al margen, como no debe ser.
Pero, claro, el juicio se celebra en España, razón por la cual los manifestantes convocados por Nunca Más a las puertas del juicio, todos ellos ligados a la izquierda gallega, insistían en que en el banquillo deberían sentarse los altos cargos del Gobierno Aznar. Por cierto, uno de esos "altos cargos", es Mariano Rajoy, el de los hilillos de plastilina.
En definitiva, que ni la naviera, ni el transportista, ni el capital, ni todos los que forzaron aquel desastre tuvieron culpa laguna. La culpa la tuvo Aznar, que es el enemigo interno, entre otras cosas porque para el cainismo español, el enemigo externo existe: el enemigo es el vecino.
Durante el periodo de autos, una broma del diputado regional del PSOE, Antonio Carmona, en plena campaña electoral en un mercado, demostró 'los valores' de tantos políticos españoles: "Y si no, hundimos otro Prestige", aseguró, para glosar la escasa diferencia de votos que todavía superaba a PP y PSOE en las urnas.
Para entendernos: el Prestige fue un desastre ecológico pero el desastre ecológico era inferior a su valor como arma para lanzar contra el adversario.
En España se vive como en ningún otro lugar. Los miles de españoles que han abandonado el país desde que comenzara la crisis no se han marchado por gusto, sino por falta de trabajo. Y eso supone un problema para España. Los secesionismos también. Y la obsesión calvinista de los anglosajones contra la España católica (sí ya sé que estamos dejando de serlo pero ellos no lo saben). Ahora bien, el más grave de los problemas del país sigue siendo el cainismo, el guerracivilismo.
Mire usted: el culpable del Prestige es la naviera del Prestige. El Gobierno español no provocó el desastre, pudo equivocarse, y yo creo que así fue, al desviar el buque hacia alta mar. Pero no son los culpables del Prestige. No vale todo para hundir al vecino. Como hablamos de Caín, al hermano. En este caso, al compatriota. Y ya saben: "si os mordéis y devoráis unos a otros, terminaréis por destruiros mutuamente" (Gálatas 5, 15).
Eulogio López
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