Sr. Director:

En Febrero los almendros comienzan a llenarse de flores blancas y rosáceas. Los campos se visten de verde y el cielo vibra en mil tonos azules.

No nos viene nada mal un poco de bucolismo entre tanta campaña electoral. En estas fechas de presión política, donde no hacemos más que escuchar mítines, debates y discusiones.

Cuando los nervios se nos ponen a flor de piel, entonces es muy aconsejable darse algún paseo por el campo y admirar la belleza de la naturaleza, que empieza a salir del letargo invernal y nos obsequia con una nueva floración. Los cultivos tiñen los campos de verdes colores, en el cielo se dibujan las nubes entre tonos grises, blancos y rosados. El espectáculo es maravilloso, el espíritu agradece un poco de paz; la política nos agobia, nos crispa, nos quita la tranquilidad, será porque la hemos inventado los hombres...

Sin embargo, la naturaleza nos da sosiego, aquieta nuestra alma, nos produce alegría espiritual, nos induce a dar las gracias a su Creador por haber hecho un mundo tan maravilloso, y por darnos la oportunidad de poder disfrutarlo. Es bueno mirar al cielo y no encharcarnos en las cosas vulgares de la vida. La naturaleza es obra de Dios, gocemos de ella. 

María del Carmen Antoja Giralt    

carmen@antoja.net