Para entendernos, y no miente el cronista, resulta que en el PP hay dos sectores: el que pretende derogar la ley de aborto Bibiana Aído de 2010 y el que pretende que sea el Tribunal Constitucional, ante quien está recurrida. Quien corra con la responsabilidad. Así los peperos no se mojan.
Es decir, que al parecer, no existe entre los populares ningún defensor de la vida humana, pues si lo hubiera no apostaría por la derogación de la ley de 2010 sino de la de 1985, la de Felipe González, la que ha conseguido el triunfo de que en España se perpetren cada año 120.000 asesinatos de personas concebidas y no nacidas. Vamos, que el PP se revuele entre feroces luchas internas, entre los partidarios del abortito y los partidarios del abortón.
Y lo malo es que es cierto. Es más, algunos mal pensados presumimos de que los que se niegan a derogar la ley de aborto de 2010 es porque piensan que siempre puede surgir algún jurista de diente retorcido que una la derogación que mantenga la teoría -y hay argumentos jurídicos para ello- de la derogación de la Ley 2010 que comporta de forma automática la derogación de la de 1985. Y entonces el Gobierno Rajoy podría encontrarse ante un panorama realmente nuevo: el de gobernar un país en el que no se permite asesinar niños. ¡Qué horror!
Eulogio López
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