Sr. Director:

 

En reconocimiento de la Jornada de la Familia, en la que por diversos motivos no pude participar, quiero dejar mi pequeña aportación.

Vivimos inmersos en una sociedad compleja, donde se nos presenta con fuerza la propuesta de un cierto modo de cultura que quiere organizar la vida social como si Dios no existiera, y donde, derivado de este contexto, cada vez es más frecuente el debilitamiento de la identidad cristiana, que afecta también a las familias. Pero la familia cristiana está llamada, en virtud de esa identidad, a integrar fe y vida, puesto que la fe no puede reducirse a una experiencia privada y, por tanto, extraña a la vida familiar, y a insertarse en la comunidad eclesial, porque debe ser consciente de que no hay familia cristiana al margen de la Iglesia.

Por ello, la convocatoria de esta celebración, que llevaba como lema: "Por la familia cristiana", me ha parecido muy oportuna para reforzar la identidad propia y mostrarla, con gozo y sin complejos, en la plaza pública. Solamente una familia cristiana con una identidad fuerte, podrá ser, en estos tiempos difíciles, un signo luminoso de la verdad, la bondad y la belleza de la propuesta cristiana en todos los campos.

Valentín Abelenda Carrillo

vabelcarro@gmail.com