En España no es muy conocido pero, desde hace 20 años, el cuento de Chris Van Allsburg, en el que se basa Polar Express, se ha convertido en un clásico.
El argumento nos lleva hasta la habitación de un niño, el día Nochebuena. Este niño siente una gran zozobra porque ha dejado de creer en Santa Claus. De repente, un atronador estruendo sobresalta al muchacho. Al quitar el vaho de la ventana ve algo increíble: un reluciente tren frena justo delante de su casa. Se trata del Polar Express, un tren cuyo único destino es el Polo Norte, el país donde habita Santa Claus.
Polar Express, a pesar de tener un contenido tremendamente anglosajón, llega al espectador porque nos habla de ese momento de nuestras vidas en que todos nos dimos cuenta que dejar de creer (en nuestro caso en los Reyes Magos) significaba perder para siempre algo maravilloso. Además, como ha dicho el productor ejecutivo de esta película, Jack Rapke, Polar Express coincide con El mago de Oz en que cada niño que va en ese tren mágico está haciendo su viaje personal porque cada uno debe encontrar lo que le falta para estar completo.
Zemeckis se planteó esta película como algo especial y para ello contó con el experto en efectos visuales Ken Ralston, ganador de varios Premios de