En la mañana del martes 15, el secretario general del Partido Popular de Cataluña, Josep Piqué, se presentaba ante el Foro Nueva Economía como un político limpio que no estaba dispuesto a que algunos objetivos políticos se encuentren por encima de la necesaria transparencia. PSC y CiU se están tapando sus vergüenzas, señaló Piqué. Para el secretario general del PP catalán, existe el riesgo de que ambos partidos emprendan una huida hacia delante pactando un Estatuto de máximos, que sobrepase la Constitución y que ese toro lo lidie Zapatero.
La supuesta dignidad del señor Piqué se trunca cuando manifiesta sus dudas sobre la supresión de las donaciones anónimas a los partidos. El popular considera que hay que garantizar la posibilidad de que alguien quiera realizar una donación guardando su intimidad, al tiempo que se efectúa un control financiero de las cuentas de los partidos. Por ejemplo, ese control podría recaer en el Tribunal de Cuentas, aunque Piqué no lo detalla. Curioso también que cuando se le argumenta que el máximo responsable del ya famoso 3% es Jordi Pujol, Piqué tampoco quiera mojarse colocando en la picota al padre de la patria catalana.
Por otra parte, el líder de los populares catalanes mostró su tono más nacionalista. Abogó por la creación de la Agencia Tributaria catalana consorciada con la Agencia Tributaria nacional, para asegurar la unidad de criterio en la inspección. Además, defendió el traspaso de parte del Impuesto sobre Sociedades para ganar puntos de financiación autonómica ante la presión migratoria sufrida en Cataluña, la inversión de la pirámide poblacional y la carga en algunos servicios sufrida por la afluencia masiva de turistas. No creo que esto atente a las esencias patrias y, desde luego, no es incoherente con lo defendido por mi partido, señala Piqué. Además, Piqué se muestra partidario de la reforma estatutaria y afirma que existe un consenso tácito o implícito de la población catalana de ganar más autogobierno y gozar de mayor financiación. Eso sí, se muestra distante del proyecto de nuevo Estatuto, actualmente en ponencia, porque, en su opinión, la redacción exhaustiva y detallada, que él califica de blindaje competencial desde un punto de vista meramente jurídico, invade competencias propias del Estado : No creo que un Estatuto de Autonomía pueda decidir qué competencias estatales pueden ser transferidas a las comunidades autónomas. Supongo que eso lo tendrá que decidir el titular de la competencia que es el Estado, aunque a lo mejor me equivoco, ironiza Piqué.