Tomo prestada la información del semanario Alfa y Omega y del estupendo artículo que publica María Rosa de la Cierva acerca de la magna asignatura que prepara Zapatero el Magn Educación para la Ciudadanía, espada de Damocles que amenazará a los escolares españoles desde el curso 2007-2008. De la Cierva describe el pretemario de tan científica disciplina, que en principio se resume en cuatro bloques. El primero está dedicado a la persona y la familia (para niños de 10 y 11 años), con capítulos tan apasionantes como La familia y sus distintos tipos, una gran verdad, dado que al menos podemos distinguir dos tipos de familias: la normal y la rarita. En ese mismo bloque, nos hablan de la dimensión humana de la sexualidad, aunque he de reconocer mi interés por conocer la dimensión inhumana del sexo. O simplemente ¿cuál es la dimensión no humana de las relaciones sexuales? ¿La de las amebas?
El tercer bloque parece redactado por Pepiño Blanco: Principios constitucionales y participación ciudadana. Esto sí que tiene enjundia. Va a resultar muy interesante saber la interpretación que cada autor realizará de lo que es constitucional y de lo que no lo es. De igual modo, todo hace pensar que las llamadas leyes sociales de Zapatero, divorcio express o matrimonio gay o experimentación con embriones, sin ir más lejos, no serán puestas en tela de juicio ante el criterio de una chavalería todavía impúber y considerando que la asignatura es evaluable, podemos encontrarnos con que Pepito, arrapiezo de 10 abriles, se quede para septiembre por homófobo.
Por último, De la Cierva habla del cuarto bloque: Las desigualdades y conflictos en el mundo actual, una selección que, así mismo, promete. Tengo para mí, pero es una mera sospecha, que ningún libro de texto señalará a la marginación de Cristo en la sociedad actual como causa de desigualdades y conflictos, pero, sin lugar a dudas, en este apartado se recogerá la Alianza de Civilizaciones.
La verdad es que ya ha pasado el tiempo del pensamiento débil, ahora hemos entrado en la era del pensamiento gelatinoso
Eulogio López