Respecto a la matanza de Paracuellos, de la que algunos historiadores le hacen responsable, Carrillo ha explicado esto : hay que imaginarse lo que era Madrid en ese momento. Estaba semicercado. Había varios cientos de miles de gente que había huido ante el avance fascista y que acampaban en la región de Madrid. En Madrid, al marcharse el Gobierno, se marcha con la convicción de que Madrid cae. En ese momento no nos dejan nada, no tenemos guardia civil, los guardias de asalto son necesarios en el frente, el frente está defendido por milicianos que vienen retrocediendo desde Andalucía y que están desmoralizados. Me encuentro con la consejería de orden público sin ningún instrumento de poder real. En Paracuellos ha habido asesinatos desde el 18 de julio. En un momento dado, las tropas de Franco llegan a 200 metros de la cárcel modelo y se plantean la cuestión de evacuar a los militares presos que hay allí. Si hubiera sido en el campo de Franco, ya los habrían fusilado. Pero la república los tenía en la cárcel. Y había un problema: que si Franco los liberaba, podía organizar dos cuerpos del ejército : la junta de Defensa decide evacuarlos hacia Levante. El problema es que en ese momento no tuvimos compañías de la guardia civil que los protegieran. Fuera de mi demarcación, hay un asalto de grupos incontrolados. Quienes custodiaban al convoy eran milicianos que cuando fue asaltado no tuvieron el sentido del deber de sacrificarse y de morir si hacía falta defendiéndolos. Las cosas pasaron de tal modo que yo no me enteré hasta dos días después de lo que había pasado con ese convoy. A las afueras de Madrid fueron detenidos los miembros del Gobierno que marchaba a Valencia. Había un caos absoluto : si yo tengo alguna responsabilidad en eso, que no fue una decisión mía, fue del general Miaja, es que no tuve una o dos compañías de la guardia civil para protegerlos y que lo que no podía era mantenerlos ahí para que fueran liberados y reforzaran el ejército contra el que estábamos luchando. Siempre he tenido la conciencia tranquila. No tenía fuerzas para protegerles.