El Gobierno no sólo no se opone, sino que facilita la contratación laboral de autónomos menores de 30 años
Todavía no está claro qué es un autónomo. Parece que es aquella persona que decide crear una microempresa con una microactividad de un solo empleado -que coincide consigo mismo- ofrecida al mercado a través de una relación mercantil. Es el caso del pintor, tendero, taxista, electricista, etc.
Ahora bien, cuando esa relación se produce para un único cliente, ¿hablamos de autónomo? Y si ese único cliente le facilita los medios para desarrollar correctamente sus funciones, ¿seguimos hablando de autónomo? Los expertos hablan de la figura del autónomo dependiente y del falso autónomo. El falso autónomo es aquel trabajador que disfraza su relación laboral como si fuera mercantil. Está sujeto a la disciplina de la empresa, utiliza los medios de la empresa y mantiene una relación por cuenta ajena a todos los efectos salvo en la protección social. En este caso, resulta claro que la inspección laboral debería de intervenir para levantar el velo.
Es el caso de los mensajeros, agentes financieros o periodistas. En éstos, la relación resulta compleja. Podría interpretarse que se trata de "autónomos dependientes" en la medida en que dichos trabajadores pueden organizarse sus tareas y trabajar por objetivos. Pero esto también ocurre en Telefónica, que ha anunciado que el 5 por ciento de su plantilla será teletrabajadora a final de ejercicio. Y no por ello son autónomos, sino trabajadores por cuenta ajena de los de toda la vida.
¿Qué es lo que pasa entonces? Que la empresa tiene la voluntad de eliminar el pasivo laboral (el eventual coste del despido) y ahorrar el importantísimo impuesto sobre el trabajo. Lo que se produce es una auténtica huida de la legislación laboral hacia la mercantil. Y así, por ejemplo, Panrico mantiene a sus 3.000 repartidores en régimen de autónomos dependientes. No son trabajadores por cuenta ajena, pero han firmado un convenio colectivo con la empresa. No tienen derecho a indemnización en caso de despido, pero sí tienen derecho a vacaciones e incluso a ponerse enfermos de vez en cuando.
Para estos autónomos dependientes es para los que los colectivos de autónomos luchan por un subsidio de desempleo. La demanda supone un reconocimiento implícito de que lo que en realidad existe es una relación laboral encubierta. Por mucho que el repartidor de Panrico pueda organizarse su jornada, la relación de dependencia es tan evidente como para firmar un convenio con la empresa. ¿Qué opina de esto el Gobierno?
Pues no parece que el Gobierno vaya a poner muchas trabas a este tipo de contratación. Siguiendo la doctrina de Felipe González, el peor empleo es el que no se crea. Y así, el secretario de Estado de Empleo, Valeriano Gómez, anunció las reformas previstas por su departamento sobre las cotizaciones de los autónomos menores de 30 años. Se sustituirá la actual reducción de las cotizaciones por un sistema de bonificaciones que rebaje el coste de su contratación sin que se reduzcan sus derechos. Es decir, se establece una especie de contrato basura huyendo de la contratación laboral e incentivando la contratación de autónomos.
Debe de ser el futuro de las relaciones laborales. Pero honestamente nos parece mejor flexibilizar las relaciones laborales a crear dos tipos de trabajadores: los de plantilla y los subcontratados. Hacen lo mismo, tienen la misma responsabilidad, pero cobran diferente y tienen una protección diferente. ¿Y no sería mejor una protección razonable, una cotización más ajustada y una persecución sin cuartel a quien huya del ámbito laboral precarizando el empleo?