Creo que ahora es cuando verdaderamente el liberalismo económico está en peligro y el capitalismo más fuerte que nunca.

Que sea capitalismo de las bolsas privadas o capitalista de Estado es indiferente. Es el mismo distingo que puede establecerse entre el Foro de Davos y el Foro de Porto Alegre, aunque se pretendan antitéticos: intermediarios financieros Y políticos de Davos, políticos y ONGs de Porto Alegre, trabajan con el dinero de los demás.

Las ONGs fracasan cada día, pero sus pérdidas -pérdidas del dinero de los demás- se disfrazan dentro de los presupuestos públicos, cajón de sastre donde se esconden serpientes venenosas.

Ahora han fracasado por especulación y apalancamiento excesivo. Los intermediarios financieros han perdido el dinero de los demás -de sus propietarios, de sus clientes- y ahora exigen el dinero de los demás, de los contribuyentes, para poder seguir viviendo... del dinero de los demás.

Es un verdadero expolio a la propiedad privada, expolio liderado por el progresista Barack Obama: Wall Street se disparaba al alza el lunes, tras el anuncio de que el señor Obama utilizará el dinero de los contribuyentes -por el momento 500.000 millones de dólares, pero no duden que esa cifra se duplicará, triplicará y cuadriplicará- por comprar activos tóxicos. Lo que representa tres mentiras en una: no se compran, es un dinero regalado a los intermediarios bursátiles, preferentemente bancos; no son activos, sino pasivos; no son tóxicos, son productos especuladores que -consecuencia positiva de la crisis-, ya no pueden seguir parasitizando a la economía real y el ahorro privado. Eso sí, intoxican a toda la economía.

Estamos viviendo el mayor proceso de extorsión que recuerda la historia desde la revolución de octubre: extorsión del Estado en nombre del capitalista, como los soviets consistieron en la extorsión del individuo en nombre del odio de clases. No es Robin Hood el que roba a los ricos para beneficiar al os pobres. Es el sheriff de Nottingham quien cobra impuestos al pueblo para regalárselo a Robin Hood, su aliado en este proceso global de esquilme de nuestro dinero, porque nosotros somos los demás.

¿Cuál es la alternativa? Que el intermediario que ha provocado las pérdidas quiebre. Considerando que cometimos la estupidez de cederle nuestros ahorros, el Estado debe devolver el dinero a los ahorradores, que no a los inversores, dado que estos asumieron un riesgo para rentabilizar su dinero, permitiendo que lo gestionara la persona equivocada. Y es muy triste que lo pierdan, pero más triste es lo que se está haciendo: primero nos roban, ahora nos cobran impuestos para reponer lo que nos robaron. Además, insito, se es inversor cuando, una vez cubierta las necesidades primarias, aún te quedan algunos euros. Sin embargo, quienes van a pagar lo que han perdido banqueros e intermediarios, a la fuerza, es el contribuyente, y contribuyente somos todos: también los que no llegan a fin de mes.

El secretario del Tesoro norteamericano, Timothy Geithner, utiliza la excusa habitual entre todos los que manosean el dinero ajeno: el determinismo: Es inevitable -asegura- que el Estado asuma riesgos. Mentira. La alternativa es que los bancos de inversión quiebren, según la lógica del liberalismo de dar a cada uno según sus méritos: esos intermediarios se merecen quebrar por haber perdido, no su dinero, sino el dinero de sus clientes.

Y el problema es que el derecho a la propiedad privada es la base de las libertades. Un hombre sólo puede cerrar un hogar y formar una familia si tiene medios de subsistencia, especialmente trabajo e ingresos fijos. Su libertad procede de su racionalidad, de su capacidad para elegir entre el bien y el mal, pero su libertad pública depende de su propiedad privada, es decir, de sus medios de subsistencia.

Sí, Barack Obama, secundado por todos los líderes de Occidente, está poniendo en peligro las libertades individuales.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com