Famoso playboy, fue un icono de la felicidad efímera: multimillonario, nieto del fundador de la Opel, rodeado de bellas mujeres, conocedor de todos los paraísos terrenales, terminó aficionándose seriamente a la astrología creando un instituto para su estudio. Por lo visto ni fama, ni fortuna, ni todos los placeres mundanos, fueron capaces de asistirle en la edad madura, ni proporcionarle ganas de vivir. Tampoco la astrología, esa cierta "consolación espiritual" despersonalizada, ausente de la exigencia de un Dios-Padre quien, sin embargo, nos permite vivir tranquilos en la incerteza, le dio sentido a su vida. Sachs ignoraba que nuestro destino se juega aquí y ahora, amando. Las otras soluciones acaban en desesperación y en la sensación de haber malgastado egoístamente la existencia. Pero el engaño sigue: ciertos personajes venerados por la cultura informativa serán siempre blanco de la envidia del que no tiene porque carece, arriesgadamente, de lo trascendente.
María Ferraz
