Sr. Director:

Imponer un modelo escolar único, sobre todo si se carece de una justificación racional que lo avale, es en mi opinión, insensato y antidemocrático. Me parece como jugársela toda a una carta; ahora que tanto se habla, en lo económico, de la necesidad de diversificar riesgos.

El modelo único que se quiere imponer es la coeducación, en detrimento de la educación diferenciada por sexos. La educación diferenciada atiende a las especificidades personales y puede implantarse de muchas formas distintas (por centros, por edades, o por materias) dependiendo de las necesidades y preferencias de padres, educadores y estudiantes.

No sé, aunque lo dudo, si el que todos vistiésemos exactamente igual incrementaría la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres; pero imponer una vestimenta única, aun como resultado de un proceso democrático, no parece muy conveniente, ni siquiera muy democrático. Es evidentemente mucho mejor, más democrático, y sobre todo más humano, dejar a cada uno elegir en función de sus gustos y necesidades.

¿Porqué no actuar igual en el campo educativo? ¿Porqué obligar -contra derecho- a que la escuela concertada sea mixta? ¿Por qué no van a poder elegir también los integrantes de las escuelas públicas?

Miguel Vega López

mvegahom@teleline.es