Sr. Director:
La influencia televisiva es tan determinante que, con cierta lógica, se dice que lo que no sale en la tele, no existe.
Por eso, sorprende el secuestro de imágenes con que la mayoría de televisiones está tratando el espeluznante caso del doctor Morín y sus lucrativas clínicas abortistas.Y sorprende porque, esas mismas televisiones, tan acostumbradas a golpearnos sin pudor con la exhibición de las imágenes más escabrosas, vengan o no a cuento, ahora se manifiestan exquisitamente celosas en privarnos de cualquier filmación o fotografía relacionados con los «productos» de las habilidades quirúrgicas de Morín, no sea que su visión pueda despertar conciencias e incluso inteligencias. En el colmo del cinismo, esas televisiones tan «respetuosas» argumentan que si censuran las imágenes es por nuestro bien, porque podrían herir sensibilidades... Seguramente, si las destapadas atrocidades del negociazo abortista, con trituradora incluida, en vez de ser aplicadas sobre bebés prácticamente viables lo hubiesen sido sobre fetos de infelices animalillos, como el lince, sus imágenes habrían sido difundidas con todo lujo de detalles abriendo los informativos de todas las cadenas, nacionales y extranjeras. A este paso, la única esperanza posible de que merezcan mayor dignidad los seres humanos más inocentes e indefensos que morirán sin siquiera haber nacido, será equipararlos a la condición de animales. Los partidarios del aborto saben muy bien que el método más eficaz para su «normalización» es la censura de cualquier imagen relacionada con el tema. Y si en un descuido se cuela alguna, nos recomendarán mirar para otro lado. A fuerza de mirar para otro lado hay quien ha dado ya tantos giros de cabeza que parece la niña del exorcista.
Miguel Ángel Loma Pérez
malomap@telefonica.net