A finales de los 70 tuvo lugar en Bilbao un encuentro de nacionalistas gallegos, vascos y catalanes. Los vascos estaban tan entusiasmados con aunar a las fuerzas "periféricas" que estaban dispuestos a tirar la casa por la ventana. Se llegó incluso a hablar de contratar traducción simultánea para que las tres "nacionalidades" se pudieran entender. La "adolescencia" vasca cedió al "seny" catalán, que entendió que ese gasto era suprimible si todos intervenían en la lengua común: el español.

 

Muchos años después, la lengua común a todos los españoles, el español (insistimos en la redundancia), ha sido la utilizada para la "resurrección" del Pacto de Barcelona de 16 de julio de 1998. Esta vez no se trata de sellar una declaración de los "abajo firmantes", sino que se trata de concurrir de manera conjunta a las elecciones europeas. CiU, PNV, y BNGa serán las cuatro formaciones que se presenten de manera conjunta a la candidatura europea. La razón estriba en que, en diciembre de 2000, España firmó en Niza un recorte de sus eurodiputados a cambio de figurar entre los países con mando. "Asesinado" Niza por la voluntad de Zapatero de construir el nuevo orden mundial, desaparece nuestro peso político, pero permanece nuestra merma en la cifra de eurodiputados. Cuestión de simetría y buen hacer negociador.

 

El caso es que la entrada de 10 nuevas naciones a la Unión Europea obliga a apretarse un poco más el cinturón y todos los países han debido ceder parte de sus eurodiputados para facilitar la entrada de los nuevos socios. España encabeza el sacrificio, como creemos haber explicado antes. Y los que se sienten más amenazados son las pequeñas formaciones nacionalistas que lograron su eurodiputado por la mínima y que esta vez podrían quedarse fuera. Conviene no olvidar que el sistema europeo es de circunscripción única y que la ventaja nacionalista en las generales se torna en desventaja en las europeas.

 

Esta es la razón logística: les une el interés común a no quedarse fuera. Encabezará este "ménage à trois", Ignasi Guardans, experto en materia internacional y líder indiscutible para todos. Más debate existe, sin embargo, para los números dos, tres y siguientes. Y sobre todo, se discute cuál será su grupo parlamentario. CiU querría participar en el grupo democristiano. Pero el PNV fue expulsado del Partido Popular Europeo lo que dificulta la adscripción. Máxime cuando BNGa no se siente nada identificado con la herencia de la democracia cristiana. Alternativamente podrían formar parte del arco iris parlamentario o del grupo de naciones sin estado. Ésta última dificultaría las relaciones de CiU en Cataluña como nacionalistas "moderados".

 

Súmenle a este ajedrez la posible incorporación del Partido de los Socialistas de Mallorca y del Bloc Nacionalista de Valencia. Y más difícil todavía. Añadan a ERC con la que el BNGa mantiene intensos contactos, unos compañeros de viaje indeseados por CiU. Por si fuera poco, el PNV se trabaja también a Aralar, esa formación de la izquierda abertzale no ilegalizada, a pesar de defender ideológicamente el uso de la violencia con fines políticos.

 

CiU también rechaza la presencia de Aralar en la candidatura conjunta y es de prever que termine saliéndose con la suya. Al fin y al cabo, CiU puede concurrir sola, pero Aralar no tiene ninguna expectativa en solitario. Sin embargo, el mero planteamiento nos indica claramente que hay una voluntad política por parte de los integrantes de la Declaración de Barcelona de avanzar hacia el federalismo o la "España plural", que resulta más suave. El eje izquierda-derecha cede frente al nacionalista-españolista, que es el que importa desde el momento en que la Nación se convierte en el verdadero Absoluto.