Es lógico que un país con casi cinco millones de parados, en el que hay poca esperanza de que las cosas cambien a corto y medio plazo, aumente el descontento y se produzcan movimientos como el de los indignados.
Con ese descontento hay que hacer las cuentas. Pero otra cosa bien diferente es que sea útil y constructivo que se exprese como una descalificación genérica del euro, los bancos, los políticos y las instituciones democráticas.
El euro, Sr. Director, ha sido y sigue siendo para España una oportunidad de modernización. Las reformas que hay que hacer son necesarias con moneda única o sin ella. El sistema del bienestar no se sostiene por sí mismo y hace falta empezar a asumir ciertas responsabilidades que hasta el momento no habíamos asumido.
Es cierto que a muchos políticos les ha faltado altura de miras para expresar esto con claridad. Pero eso no significa que nuestra democracia no funcione. Necesitamos más política, de la buena. Y más empeño de todos, no demagogia.
Jesús Domingo Martínez