El responsable de Interior promete ocultar el fracaso de la política económica con una política de firmeza frente a ETA. Si lo consigue, en la próxima crisis de Gobierno será vicepresidente. Don Alfredo, conocido como Rasputín, ha obligado a modificar la bobalicona política de ZP frente a la banda y ahora el PSOE puede conquistar el Gobierno de Vitoria. Rubalcaba incluso apunta a una coalición con el PP o con un PNV con Ibarretxe jubilado. La comidilla del PSOE es el enfrentamiento continuo entre De la Vega y Rubalcaba.

Un pacto en toda regla entre el presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, y su responsable de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba: éste tendrá manos libres en la lucha contra el terrorismo etarra. Rucalcaba, conocido como Rasputín, por su afición a la conspiración pero también por su capacidad para lanzar mensajes inteligibles por todos, ha prometido que la crisis económico pasará a su segundo plano mediático ante los triunfos en la lucha contra ETA. Ha impuesto la doctrina de que la alternativa policial es la más adecuada y repite la actuación de Jaime Mayor Oreja, sólo que con mejores expectativas electorales en Euskadi. Es más, Rubalcaba asegura al presidente que se puede ganar en Euskadi con esta política, que Patxi López será el próximo lehendakari y que no pasa nada por formar un Gobierno PSOE-PP en Euskadi, coalición que haría olvidar, de forma definitiva, la desastrosa política antiterrorista de ZP durante la pasada legislatura y su negociación con ETA.

Para Rubalcaba, con un Ibarretxe jubilado se puede pensar en un Gobierno vasco entre PSOE y PP o en otro PSOE-PNV, pero un PNV que renuncie a la autodeterminación.

Es el precio de la Vicepresidencia, que Rubalcaba ya se pidió tras las elecciones de marzo y que De la Vega convirtió en materia de ultimátum. No es ningún secreto que ambos políticos no pueden llevarse peor y que Rubalcaba solicita de continuo a Zapatero el puesto de portavoz del Gobierno que ostenta la vicepresidenta. Además, ésta última ha quedado tocada en sus relaciones con PRISA-Sogecable, tras sus fracasos a la hora de solucionarle a los Polanco sus problemas económicos, especialmente con Digital . En resumen, el ministro de PRISA no es De la Vega sino Rubalcaba.

Tras sus últimos éxitos contra ETA, en especial con la detención del comando Bilbao, Rubalcaba está crecido: promete que la crisis económica, ante la cual el Gobierno se muestra absolutamente incapaz, pasará a un segundo plano mediático y que a ETA se la puede derrotar policial y judicialmente. Rubalcaba no es amigo de promulgar leyes sino de aplicarlas, pero está dispuesto a todo con tal de no dejarle resquicio alguno a la banda. Fue él quien obligó a ZP a modificar su absurda política antiterrorista de la anterior legislatura, donde Otegi era un hombre de paz y de Juana Chaos, que ahora le produce repugnancia, era un hombre con el que se podía negociar. Rubalcaba está borrando la imagen pactista con ETA y afirma que no tolerará ninguna humillación a las víctimas. Lejos quedan los tiempos en que la prensa progubernamental se lanzaba contra Francisco José Alcaraz, presidenta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, al que lo más fino que le llamaban era fascista.

Estos viajes de 180 grados sólo es capaz de hacerlos Rubalcaba. Ahora bien, que consiga borrar las huellas de la política económica, eso es lo que muchos dudan esté al alcance de su indudable capacidad.

Lo cierto es que la intención de voto del PSOE nunca fue tan baja desde 2004 como en este varano de crisis. Por tanto, ZP premiará cualquier tipo de ayuda.