Garci ha adecuado el ritmo de la película al diario acontecer sosegado de una villa asturiana de principios de siglo. Sólo la brutalidad, como siempre sin justificación ni medida, cambiará esa cadencia pero revelará la grandeza de un hombre bondadoso y valiente capaz de callar, esperar y aguantar la afrenta por amor a su esposa. Un joven capaz de distinguir la "Luz de domingo", ese día en el que, según él, el sol mira de cara a la tierra e ilumina de diferente forma…
Si hubiera que definir el tono general de la película hablaríamos de elegancia, Garci la ha logrado minimizando el momento más violento de la película y destacando que la felicidad de la vida se encuentra en esos pequeños instantes que pasamos al lado del ser amado o de los amigos.
Un reparto de actores bien dirigidos (en lo que supone una magnífica retirada del cine de Alfredo Landa), unas maravillosas localizaciones exteriores (Garci ha rodado en los rincones más bellos de Asturias) y un excelente trabajo técnico (que se palpa en la fotografía -Félix Monti- y música -Pablo Cervantes-) convierten a Luz de domingo en la mejor película de Garci de los últimos diez años. Eso sí, dirigida a un público que sepa valorar el cine de época narrado a un ritmo pausado.
Para: Los que les guste el cine de José Luis Garci cuando aborda historias con contenido