El acoso del Gobierno Zapatero a César Alierta continúa a pesar de que la compañía obtuvo buenos resultados durante los nueve primeros meses del año. Crecen los ingresos y el beneficio, y disminuye la deuda. Eso sí, continúa siendo inexplicable la obsesión de Alierta por reducir plantilla en el Grupo.
Las espadas siguen en alto. El próximo día 24 se celebra Consejo de Telefónica y habrá que ver si los socialistas Carlos Solchaga y Claudio Aranzadi, ex ministros de Felipe González, se incorporan al máximo órgano de administración de la compañía. Alierta lleva retrasando la incorporación desde antes del verano, para ser exactos desde el mes de junio. Nada extraño, el señor Alierta es natural de Zaragoza y basta que la prensa hable de la incorporación de Solchaga para que retrase el nombramiento. Además, por el momento, cuenta con todo el apoyo de los dos accionistas de referencia de la compañía: Caixa y BBVA.
Sin embargo, la presión socialista no cesa. Así, el que fuera presidente de Telefónica y hombre clave en la política empresarial del Felipismo, además de hermano de Javier Solana, es decir, Luis Solana, se ha convertido en consejero independiente de Amper, filial de Telefónica. Lo de independiente es cosa de mucha risa, pero en el presente caso no menos que en cualquier otro. La figura clave en este nombramiento es Enrique Used, paisano de Alierta y, a la sazón, presidente de Amper, consejero del Grupo Telefónica, vicepresidente de Telefónica Brasil, consejero de Telefónica Perú y consejero de Terra. Used fue considerado por el Felipismo "uno de los nuestros". Su estrella declinó con Juan Villalonga, pero se volvió a recuperar con la llegada de César Alierta. Ahora le ha devuelto el favor al que fuera su ex presidente en el Grupo en tiempos del PSOE.
Pero es que, además, Luis Solana ya era asesor del mismo César Alierta. En la última Junta General de Accionistas se le pudo ver con un espléndido traje de pana temporada otoño-invierno 1982, cuando los diez millones de votos del Felipismo. Lo curioso es que Solana procede, al igual que Alierta, del Banco Urquijo, pero no es un socialista liberal. Incluso es el único presidente que no ha basado toda su estrategia sólo en la reducción de gastos y el único que se empeñó en crear una entidad española de fabricación de equipos para telecomunicaciones.
Pero todo eso es igual. Lo cierto es que, tras la caída de Cortina, el Gobierno Zapatero está empeñado en doblar el pulso a los presidentes de Telefónica, Endesa y BBVA, especialmente al primero. El paso adelante de Luis Solana puede no ser definitivo, pero sí ilustrativo.
Mientras tanto, la verdad es que los resultados obtenidos por Telefónica durante los nueve primeros meses de 2004 son buenos. El Grupo obtuvo un beneficio bruto de 3.367 millones de euros, un 2% más que durante el mismo periodo del año anterior. Lo más curioso es que el beneficio neto ha crecido un 5,1%, pero la propia compañía reconoce que sin el efecto del ERE, es decir, de las bajas incentivas, ojo, sólo de trabajadores de Telefónica de España, el resultado neto habría crecido un 25%. En otras palabras, lo que está reconociendo la compañía es que ha dedicado la friolera de 410 millones de euros a enviar a su casa a trabajadores veteranos. Realmente, es difícil de entender que una compañía con este excedente sea incapaz de reciclar a una plantilla para centrarla en actividades comerciales, que constituye la punta de lanza y el objetivo primero de Alierta, según él mismo reconoció en la Convención de Directivos, celebrada recientemente en Madrid.
Esa obsesión por reducir la plantilla es el punto negro de una gestión que, por lo demás, merece algunos parabienes. Así, a 30 de septiembre, el Grupo Telefónica había alcanzado los 115 millones de clientes en todo el mundo, con 3,4 millones de clientes en ADSL y una deuda que se ha reducido un 12% a lo largo de estos nueve meses. Ahora mismo, la deuda neta de Telefónica se eleva a 17.796 millones de euros. En estas circunstancias, el acoso socialista a Alierta no se justifica por razones empresariales, aunque sí se justificaría por razones laborales. Pero tampoco se justificaba el de Cortina y les ha salido bien.