En estos momentos, el dictador cubano Fidel Castro tiene destacados en Venezuela a 25.000 médicos cubanos, 15.000 maestros y 10.000 responsables de seguridad, especialmente militares. Estos últimos tienen un doble cometido : asesorar al Ejército y la policía venezolanas y evitar que médicos y profesores no aprovechen para marcharse y buscar algo mejor en Europa o Estados Unidos. Además, estos militares y policías también rodean a Hugo Chávez.

Médicos y profesores cubanos tienen más nivel profesional que los venezolanos. Menos medios en Cuba, pero más preparación. Eso sí, Chávez paga los servicios: Así, por cada médico o profesor cubano presente en la República Bolivariana, Chávez paga a Castro 2.000 dólares mensuales. De esos 2.000 dólares, sólo 200 acaban en manos de los profesionales. Y estos tan contentos, porque los salarios en Cuba oscilan entre los 7 y los 30 dólares (precisamente son los médicos los que cobran más). Además, en Venezuela los cubanos tienen donde alojarse y comida todos los días.

Dicho de otra forma, Castro exporta mano de obra cualificada que, además, forma en el marxismo a los venezolanos. Se repite así el esquema de la URSS de los años 70: Moscú siempre utilizó a los militares cubanos para su colonialismo en África y Sudamérica. Por su parte, Castro obtiene unas divisas que le resultan imprescindibles para mantenerse en el poder.

Y esta alianza laboral entre Castro y Chávez no ha hecho más que empezar. La verdad es que tanto el dictador cubano como el semidictador venezolano (cada día menos semi) forman parte de un movimiento que en el mundo hispano trata de relanzar el viejo marxismo populista, con la financiación del petróleo venezolano. Lula da Silva en Brasil y Néstor Kirchner en la Argentina son dos piezas más que podrían sumarse a esta nueva multinacional neomarxista financiada con petrobolívares.