La niñez y la juventud son fases fundamentales para el desarrollo del hombre y la mujer que exigen estabilidad, serenidad y seguridad.

¿Cómo pueden mirar con esperanza los millones de niños y adolescentes que viven en los países pobres? Ante las pocas perspectivas de un trabajo digno, muchos emigran a los países ricos. "En nuestra época -dice el cardenal Renato Raffaele Martino-, las migraciones juveniles han aumentado considerablemente. Los  jóvenes se sienten empujados a emigrar a causa de la pobreza y de la miseria, de la degradación del medio ambiente, de conflictos locales e internacionales, de persecuciones políticas y religiosas, de la demanda de la mano de obra en los países industrializados, de la posibilidad de volver a reunirse con su familia".

Ante la próxima Jornada Mundial del Emigrante y Refugiado, que se celebrará el 13 de enero de 2008, el Papa Benedicto XVI denuncia la violencia física, moral y sexual de la que son víctima los jóvenes y los emigrantes con familia a su cargo: "Estas personas caen en manos de explotadores y traficantes sin escrúpulos que les transforman en objetos de violencia física moral y sexual".

Las mujeres y los niños salen peor parados. Aquellas, obligadas a prostituirse; éstos, víctimas  de este inhumano y vergonzoso tráfico. Los refugiados lo tienen también muy difícil. El Papa bien lo sabe. "¿Cómo no pensar en los seres indefensos que han venido a este mundo con las mismas legítimas esperanzas de felicidad de los otros? Pero se ven obligados a vivir segregados, lejos de las ciudades, sin posibilidad de estudiar en escuelas normales".  

Clemente Ferrer Roselló

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