El cristianismo es sinónimo de libertad y de respeto al resto de los credos religiosos. No podemos decir lo mismo del Islam. Al menos, en muchos países donde las autoridades siguen los dogmas y preceptos de la religión de Mahoma.

La agencia informativa italiana Zenit y el diario El País revelan las trabas a la libertad religiosa que hay en Malasia, Afganistán, Marruecos, Somalia, norte de Nigeria, Pakistán o Arabia Saudí, país donde es ilegal la Pascua y cuyo príncipe heredero nunca permitirá que se construyan iglesias cristianas. En todos estos países los damnificados son cristianos, muchos conversos desde el Islam.

En Malasia, el Tribunal Supremo ha confirmado que a una mujer conversa al cristianismo no se le reconoce el cambio de religión; lo mismo le ha ocurrido a un hombre en Afganistán. El gobierno de Argelia, donde está prohibido el proselitismo de los cristianos, ha decretado que restringe la práctica de cultos no musulmanes en locales abiertos al público. Deben someterse a la aprobación del gobernador, al que hay que dirigir una petición con los datos de los organizadores, la duración del acto, número aproximado de participantes o la asociación que lo organiza.

El gobierno argelino está preocupado y no le faltan motivos. Argelia es el país árabe donde se producen más conversiones al cristianismo: unas 55.000 desde principios de los noventa. Están permitidas tres religiones cristianas: anglicana, protestante y católica. Los católicos son los más numerosos: 11.000 fieles -casi todos extranjeros-, 110 sacerdotes y 170 religiosas.

Clemente Ferrer Roselló

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