El comercio, en general, y las grandes superficies, en particular, sufren las consecuencias de los pequeños ladrones, amigos de lo ajeno, que acuden a las góndolas" sin pasar después por caja. Según los estudios realizados, en la mayoría de los casos se trata de jóvenes menores de 30 años, que realizan pequeños robos de cuantías inferiores a los 30 euros.

En la mayoría de las ocasiones, los "Lazarillos" pasan desapercibidos. Pero cuando son pillados con las manos en la masa, el comercio no tiene instrumentos legales para emprender una acción ejemplarizante. Nuestro Código Penal contempla la figura del hurto para robos de cuantías superiores a los 300 euros. Una cuantía inferior es tan sólo una falta y basta con la devolución del producto y un pequeño rasguño en el expediente penal. Por eso, los comerciantes piden el endurecimiento de las sanciones.

De esta forma, existiría respaldo legal para solucionar cerca de la mitad de los 1.650 millones de euros anuales que suponen las "desviaciones de dueño" en el comercio español. Un 0,9% del consumo practicado. Sin embargo, la otra mitad se produce por errores administrativos o por robos de los propios empleados. La razón es muy sencilla: el empleado que se siente maltratado por la empresa se cobra en especie.

Y la correlación entre precariedad laboral y robo es bastante elevada. La responsabilidad en este segundo aspecto es de las mismas compañías. Mercadona tiene un escaso índice de robos internos porque todos los empleados son fijos y saben que un buen desempeño equivale a promoción. Conclusión: menos inversión en seguridad y más inversión en estabilidad laboral.