En la pasada Seminci, este lúcido y emocionante documental se llevó el máximo galardón en la sección Tiempo de Historia. Recoge el testimonio del gallego Carlos Cristos, médico de familia de 47 años, con mujer e hija de 10, afectado de AMS (atrofia sistemática múltiple), una enfermedad degenerativa, invalidante, sin tratamiento y mortal. Llevado por su vocación de servicio, pidió a su amigo y cineasta Antoni P. Canet que filmase sus últimos años de vida para ayudar con su testimonio a las personas que estén solas ante el dolor y la muerte. "Y si es posible, con una sonrisa", dice Carlos. Sin guión previo, el documental arranca en 2003 con unas palabras de Carlos, que no se vale por sí mismo y casi no se le entiende, explicando qué le sucede. El tono es optimista, nunca cae en debates triviales en torno a la enfermedad, realiza una reflexión sincera sobre la trascendencia y examina las condiciones del testamento vital o los cuidados paliativos. Afirma el protagonista que "sin la presencia de la muerte en nuestra vida todo sería una tragedia". Así, el documental repasa la vida del médico, también músico, compositor, cooperante en África, colaborador radiofónico, aficionado al vuelo en ala delta, inventor, etc., e intercala sus inteligentes y alegres ironías con episodios familiares muy emotivos, pues muestra sin cortapisas las limitaciones progresivas del enfermo, que mira a la muerte con serenidad. Todo ello hilvanado por entrevistas con amigos y otros profesionales de la medicina que vuelcan sobre Carlos su cariño y admiración. Las alas de la vida retrata la lucha por vivir y reconoce que la muerte es una etapa más de la vida. Y, aunque plantea más preguntas que respuestas, se aleja de las torpes apologías de la eutanasia.