Es lógico que el dictador (ya hemos dejado atrás de lo de "semidictador". Ya no necesita prefijos) venezolano Hugo Chávez haya cerrado Radio Caracas Televisión (RCTV). Chávez se distingue del resucitado Fidel Castro –del que estamos casi seguros no es un teleñeco, sino el mismo revolucionario a quien cada noche, sus muy leales compañeros introducen en formol para conservarlo en perfecto estado de revista- sino un dictador del siglo XXI. Por tanto, tiene claro que su tiranía debe ejercerse a través de la TV, que el instrumento de poder de esta centuria.
Ojo, no instrumento de información, sino de esa influencia primaria que es la caja tonta. Con la prensa, con los libros, con Internet, en definitiva, con todo aquello que propicia la reflexión, se ganan intactos, pero con la TV se ganan voluntades, la influencia de la monigotera es tan amplia como superficial, tan vasta –y basta- como primaria. Para mantenerse en el poder en el siglo XXI la prensa no sirve de mucho, la universidad de menos, pero la TV es casi omnipotente.
Ya he comentado alguna vez que la TV es la razón de las pateras y de todos los flujos migratorios. Lo aprendí en Libia, una país paupérrimo –o mejor, un país con un Estado riquísimo y un pueblo muerto de hambre- un desierto sin fruto, donde la gente sobrevive como puede pero donde, eso sí, cada chabola tiene instalada en su tejado una antena parabólica donde se emiten los anuncios de artículos de lujos de Occidente, siempre los mismos, dicho sea de paso.
Y por cierto, al mundo musulmán, a todo él, desde Maruecos a Indonesia, no le preocupa el ejército de Bush sino el canal MTV, y en especial el efecto de la procacidad de sus videoclips entre la juventud musulmana.
Así que no me extraña que Chávez haya cerrado RCTV. Le teme más que a cualquier intentona golpista (ésas sí sabe cómo neutralizarlas, tiene mucha experiencia en la materia) y se ha preocupado de cerrar cualquier TV disidente. Bueno, cualquiera no, dado que Venevisión, la empresa de la familia Cisneros –los amigos de la progresía hispana, aspirantes al Premio Príncipe de Asturias- sí ha recibido el permiso para seguir emitiendo. La guerra del Siglo XXI es la guerra por el control de las grandes estaciones de TV.
Y ojo, la miserable cacicada chapista de cerrar RCTV, cuya cabeza visible es Marcel Granier, no oculta que este canal era una enseña del actual capitalismo TV: relativista y pornográfico. Una especie de Tele 5. Lean la interesante página progre, de matriz puertorriqueña Indymedia, también merece la pena ser leída.
Todo esto no disculpa, por supuesto, al tirano Chavéz, pero conviene saber dónde están los adversarios. Quizás porque, como decía Napoleón, "cuando el enemigo se equivoca no conviene distraerle".
Eulogio López