No sé si ustedes, pero yo, desde que me pasé dos horas y media viendo el documental de James Cameron sobre la tumbas de Jesús y familia he cambiado de vida. Hasta ahora no me lo creía, dado que los propios arqueólogos judíos que estudiaron la tumba en los años ochenta no le dieron la menor importancia. Pero eso es porque no habían profundizado tanto como el director de Titanic, dónde vas a comparar.
Ahora, sé de buena tinta que Jesús no resucitó, que procedía de una familia numerosa, tanto que tenía cuatro hermanos y dos hermanas y que –esto sí que seguramente no han escuchado jamás- tuvo un ligue con María Magdalena. Esto, hasta el momento, sólo se le había ocurrido a Dan Brown, que incluso descubrió a la sucesora de Jesús y la Magdalena, dedicada a la investigación privada. Esto es importante.
También ha descubierto que Jesús no resucitó sino que está enterrado en el camino entre Jerusalén y Belén.
Y no se crean que esto me ha provocado duda de fe alguna. Es más, Cameron, mi nuevo profeta, nos ha explicado que no hay por qué alarmarse. Lo que ocurrió es que el cadáver de Cristo fue robado por sus discípulos mientras los legionarios de Pilatos dormían, seguramente con un pedal de mucho cuidado. Luego matrimonió con la Magdalena, como creo haber dicho antes, y finalmente ascendió a los cielos. Aunque no en cuerpo, sino en espíritu. Y esto es aún más mágico, porque ¿cómo puñetas asciende un espíritu por la Vía Láctea, en dirección a la Luna?
Es más, uno de los protagonistas del docudramón nos explica que su fe no se difuminaría si apareciera el cadáver de Cristo. ¿Por qué? Pues muy sencillo: porque su resurrección, como su ascensión, fue "espiritual". Esto del espíritu da para mucho. Por ejemplo, si mañana asesino a José Manuel Lara –es una mera hipótesis de trabajo-, propietario del estupendo canal de TV donde se ha emitido el docudramón que ha cambiado mi vida, alegaré que asesiné su cuerpo, pero su espíritu muy probablemente haya ascendido al Tibidabo barcelonés, lugar de residencia de don José Manuel. Y supongo que Su Señoría no me condenará por haber asesinado un simple cuerpo. No seamos materialistas.
En resumen, ahora sé, científicamente, of course, que Jesús no fue hijo único, que Santa María tuvo hasta 7 hijos, que la verdadera fundadora de la Iglesia fue María Magdalena, que matrimonió con Cristo, aunque queda claro que quién le lavaba los pantalones, que la de Magdala fue una precursora del Feminismo y primera papisa, que los apóstoles, unos grandísimos miserables, no sólo ocultaron el nombre de los hermanos de Jesús con mil sofismas, sino que forjaron una iglesia machista y manipularon el Evangelio, hasta el punto de que los únicos evangelios verdaderos son los apócrifos. Asimismo, ahora sé que la verdadera Iglesia la fundó el emperador Constantino, que era un tirano de mucho cuidado y que el poder civil propaló la infamia a lo largo de 17 siglos, un centenar de generaciones, decenas de culturas, cientos de países, miles de escuelas y millones de personas.
También sé –soy un sabio desde que visiono, nunca mejor dicho- a Cameron, que la concepción de Cristo no fue virginal ni virginal fue su vida, y que su resurrección y ascensión fue "espiritual", es decir, que no fue en modo alguno. Por último, lo de la conversión eucarística es una memez y con ella toda la liturgia. Como ven, el Magisterio de Cameron-Lara es de lo más simple y, sobre todo, tremendamente original. Sólo se le ha escapado lo de la biodiversidad y el cambio climático, pero seguramente queda para una segunda entrega de la Tumba de Jesús, donde, tras la sutilísima traducción y correcta interpretación de otras inscripciones en las lápidas, y tras la aportación de ese genial matemático que lee en la Biblia hasta el nombre de Bill CLinton, Cameron demostrará que Cristo no fue un profeta que hablara sobre la Santísima Trinidad y esas pavadas, sino que ya intuyó el Protocolo de Kyoto. Bueno, él sólo lo intuyó, porque la lista –sabe más que Lepe, Lepijo y su hijo-, era la Magdalena, que desarrolló el Protocolo todo entero. Y esperen a lo mejor: séme yo de una ministra eco-feminista del Gobierno Zapatero, que es descendiente directa de la Magdala… y de ya saben quién. Por eso sabe tanto.
Y les digo más: a partir de ahora, Cameron es mi Dios y Lara su profeta. O al revés, a fin de cuentas, se trata de dioses muy espirituales, y dicha condición resulta de lo más cómoda.
Créanme: hacía mucho tiempo que no oía la sarta de memeces que he podido escuchar en horario estrella, en A-3 TV, el pasado martes. Me quedo con las mamachichos de Tele 5. Es menos pornográfico que lo del canal de la derecha. A fin de cuentas, si nos hemos vuelto todos idiotas ¿por qué no participar en la orgía de necedad que se nos viene encima?
Eulogio López