Sr. Director:
Las estadísticas nos muestran que los menores pasan casi el mismo tiempo ante la tele que en la escuela, y es que no la tratamos como un electrodoméstico más de la casa, de forma que a menudo nuestro ocio sobre todo el de los pequeños- gira en torno a la tele. El ejemplo de los padres es muy importante en este y en todo; si nuestros hijos ven que enchufamos la tele con mesura, ellos también lo harán. Y desde pequeños se acostumbrarán a seleccionar sólo lo que quieren ver. Lo más grave es que el discurso televisivo se ha instalado definitivamente en la propaganda y en la publicidad, en el discurso fácil, lineal, sin profundidad ni matices. La morbosidad de las imágenes confunde el entretenimiento con la degradación y la comercialización de las personas. La emisión de imágenes y emociones televisivas, en general, sin un criterio transparente previo es un peligro que puede vulnerar el derecho de los padres a escoger la formación moral de los hijos. Es una intromisión en el ámbito de la familia, que se realiza en ocasiones de manera imperceptible, como por ejemplo por medio de la intercalación de anuncios. Hay cinco consejos para impedir que la tele devore a nuestros hijos y pueden ser:
1º No dejarlos solos y acordar con ellos el tiempo que le van a dedicar.
2º Impedir que enciendan el aparato cuando ellos quieran.
3º Evitar que este encendida mientras comen o hacen los deberes.
4º No utilizarla como premio o castigo.
5º No zapear delante de ellos a ver que ponen hoy.
Carmen Ramírez Herrera
elcar@tiscali.es