El anteproyecto de ley de carrera militar contempla la reducción de la cifra de generales de los 265 actuales a los 200. De la misma manera, la cifra de coroneles se verá reducida de los 1.300 a los 1.050. En total, un recorte del 20%. Al ministro Alonso le molesta mucho que se hable de ERE encubierto, porque en su versión, se respetarán todos los derechos, simplemente no se proveerán plazas una vez que los generales y coroneles se jubilen.
Este es el proyecto de modernización de las FFAA que mantiene la cifra de oficiales y suboficiales en 50.000 y la de tropa y marinería entre 80.000 y 90.000 hombres y mujeres. Porque la ley tiene contenidos trasversales de igualdad de género además de una regulación específica que asegura la presencia de mujeres en los órganos de evaluación.
Además, señala Alonso, se racionalizará y simplificará el organigrama y la estructura, pasando de 13 a 10 cuerpos y de las 26 escalas actuales a 17. Habrá por ejemplo, una sola escala de oficiales y una nueva de tropa y marinería.
En cuanto a los ascensos, estos estarán regulados por criterios de mérito y capacidad en lugar del estricto y único criterio de antigüedad que rige actualmente. Además, se reforzará la formación alcanzado convenios con universidades civiles para que el personal del ejército pueda tener además una titulación civil que sea demandada internamente por las FFAA. Sobre todo ingenieros técnicos, informáticos y expertos en relaciones internacionales.
Todo ello para responder a la pregunta de ¿qué Ejército queremos para el siglo XXI? Y según Alonso, la respuesta es un ejército bien dimensionado (130.000-140.000 hombres y mujeres), con mejor nivel de formación, más movilidad táctica y que sea capaz de colaborar estrechamente con los cuerpos y organismos internacionales a los que España pertenece. Esta es la ley para ese ejército. O al menos, eso es lo que cree Alonso. Y para eso hacen falta menos generales y menos coroneles, porque ya hay demasiado jefe para tan poco indio. O así.