Los accionistas de Marsans, Gonzalo Pascual y Díaz Ferrán, nunca cubrieron las pérdidas provocada por su gestión: por eso SAS no quería saber nada con ellos
No se trata de encontrar culpables, sino de hallar las causas para intentar que no se repitan. Pero llama la atención que no sean pocos los voceros de Marsans, empresa propiedad de Gonzalo Pascual y del presidente dePor ejemplo, el diario El Mundo, en su edición del jueves 21, ha relacionado el accidente del miércoles con la crítica situación de la empresa Spanair. De inmediato han surgido los defensores de Pascual y Ferrán y se han abalanzado contra El Mundo. Por ejemplo, José Oneto, en A-3 TV, quien ha dicho que lo de El Mundo es una "frivolidad" y ha contado una historia sobre la gestión de Spanair por Ferrán y Pascual, presidente eterno de la compañía, donde el malo es SAS y el bueno Marsans.
Lo cierto es que la gestión de Pascual y Ferrán -al igual que en Aerolíneas Argentinas- ha sido desastrosa. Spanair acumuló pérdida año tras año, y como las pérdidas hay que cubrirlas, se acudía a ampliaciones de capital a la que, siguiendo la vieja costumbre de no poner un euro de su bolsillo, Pascual y Ferrán no acudían. De esta forma, aunque seguía controlando la gestión, y Spanair estaba al servicio de los charter de Marsans, así como la cartera publicitaria de la aerolínea, llegó un momento en que SAS se hizo con el control de la compañía mientras Pascual y Díaz vendían todas sus acciones al no acudir a las ampliaciones necesarias para la subsistencia.
Al final, llega un nuevo equipo gestor a SAS y decide desprenderse de su filial. Según la leyenda rosa del periodista Pepe Oneto, Ferrán y Díaz quisieron comprarle la compañía a SAS. Lo cierto es que querían, asimismo en el mejor estilo de la casa, que se la regalaran, como les regaló Marsans el entonces ministro socialista Javier Gómez Navarro, su gran valedor en el PSOE, o como les regaló Aerolíneas Argentinas (ARSA) el popular Ruiz Jarabo, su gran valedor en el Gobierno Aznar.
Los suecos respondieron que le venderían Spanair a cualquiera menos a Ferrán y Pascual. Tanto era su cabreo con la pareja que tan calamitosa gestión -y aprovechada para sus propios intereses- había desarrollado en Spanair.
Esta es la verdadera historia, que Hispanidad no habría contado en este momento -triste para los familiares de las víctimas- si no fuera que -excusa no solicitada es síntoma de culpabilidad- han surgido ya los defensores habituales de Pascual y Ferrán. Y recuerden que en el caso ARSA están en los tribunales imputados por desvío de fondos públicos, delito fiscal y estafa procesal. Casi nada.