Una soleada tarde del martes ocho de octubre, el sol de otoño madrileño brillaba en todo lo alto y Carles Francino (en la imagen), el chico de la SER, llevaba a su programa diario el peligrosísimo caso de los ultras. Profundo análisis de la ultraderecha violenta y nazi que, al parecer, dita sea, preparan una algarada violenta en Barcelona para el día 12, Fiesta de la Hispanidad.

El más sabihondo de todos los presentes radiografía a los ultras: y, entre col y col, introduce la lechuga de los 'ultra-cristianos'. Los oyentes estaban advertidos y más de uno se imaginaría a un cura rosario de plomo en mano, atizando mandobles por las Ramblas a todo aquel que portara signos de libertad y de ilustración, por ejemplo, una señera estelada.

En la tertulia participaban personas de dos idearios: los que identificaban a los españoles con los nazis y su culto a la violencia y aquellos otros que identificaban a los cristianos con los nazis. O sea, ante todo, pluralismo. A esos últimos se les distingue bien porque en lugar de cruces gamadas entran en los templos católicos armados de garrotes, puños americanos, armas cortas y cuchillos largos.

Una de las participantes afirma haber entrado en algunas páginas donde se rinde culto al a la violencia. Y, naturalmente, descaradamente racista. Su exquisita sensibilidad le lleva a recordar que no son grupos que sólo pretendan quemar banderas catalanas, porque "quemar banderas es algo normal". Claro, como que es lo que suelen hacer los suyos. El conductor, inefable Francino, observa cómo tan plural debate se le va de las manos e interviene:

-Bueno, normal, normal...

-Quiero decir -matiza la sensible para no romperle consenso progresista- que no es normal pero lo hace mucha gente (o sea, los suyos).

Al final, Francino tuvo que cortar el apasionante debate monologado para dar paso a la publicidad. El objetivo estaba cumplido: se trata de identificar a la Hispanidad con la Iglesia y a la Iglesia con el racismo, bajo la excusa de que los majaderos nazis, mínimos en España, quieran pescar en aguas revueltas.

Y todo esto en vísperas de la Fiesta de la Hispanidad.

Miren ustedes, la Cruz de San Andrés, que no es ningún grupo ultra, sino cristiano y tradicionalista, ha organizado una concentración para el Día de la Hispanidad, porque ellos se sienten catalanes y españoles y les preocupa la deriva secesionista de aquella comunidad autónoma.

¡Qué grande sos, Francino!, de la Hispanidad pasamos a la fiesta de la raza y desde aquí al racismo español, pasando, claro está, por la toba al cura: cristiano igual a ultra fascista.

La Hispanidad es lo más grande que ha hecho a España. Y no pasa nada por llamarle día de la raza porque la colonización española fue la única en crear una raza. Al revés que ingleses o franceses, que exterminaron a los indígenas y los suplantaron, españoles y portugueses, sobre todo los primeros, crearon una raza mestiza, que es la raza hispana. Es decir, nada más contrario a la Hispanidad que el racismo. Por eso existe la raza hispana y no existe la raza anglo-india o la raza franco-magrebí.

Y esa maravilla es una creación del cristianismo. Por eso, casi la mitad de los católicos que existen en el mundo son iberoamericanos.

Los progres lo saben, por eso unen hispanidad con racismo y racismo con cristianismo. Es una mentira muy gorda.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com