Como no tiene mucha vocación académica, José María Aznar aprovecha sus viajes a la Universidad de Georgetown para conspirar, que es lo que realmente le mola. Ha hecho amigos en un pueblo como el estadounidense, en el que pocos españoles se integran, y así, hasta Wall Street Journal le jalea.
Animado por una atmósfera propicia, Aznar se ha sentido en su salsa y se ha puesto a dar ideas, ideas de la factoría FAES, cosa fina. Y así, ha propuesto que Israel se integre en la OTAN. The Wall, que como su mismo nombre indica practica editoriales un poco ladrillo, lo cuenta al rebufo de la crisis del proyecto nuclear de los ayatolás: Si los iraníes son tan inteligentes como taimados (el moro es taimado, ya lo dijo Cervantes), aceptarán la oferta rusa, dejarán que los europeos finjan que la crisis ha terminado, y seguirán fabricando armamento nuclear en secreto. Si la cosa sigue el mismo rumbo, Irán se hará con la bomba. Todo lo cual es razón suficiente para que Estados Unidos se plantee una respuesta diplomática más seria, como nos sugería la semana pasada el ex primer ministro español. José María Aznar, en un almuerz iniciar las conversaciones para la adhesión de Israel a la Alianza Atlántica.
Veamos, días atrás nos reuníamos una serie de periodistas digitales con el embajador de Israel en España, Víctor Harel, y surgía precisamente la misma cuestión. Sorpresa: resulta que los que no quieren integrarse en la Organización del Tratado del Atlántico Norte, son los israelíes. Y no porque ellos estén en el Mediterráneo, sino por la cuestión que subyace en todo este caos de ideas: Harel nos explicó que si entrarán en la OTAN tendrían que someterse a una serie de normas que Israel no puede aceptar. Por ejemplo advirtió- suprimir lo que los europeos llaman asesinatos selectivos. Luego añadió y no estoy dispuesto a acepar lecciones morales de Europa.
¿Comprenden? Israel es un país en guerra, la única democracia de la zona. Los líderes musulmanes y los occidentales tan ingenuos como Zapatero se empeñan en que Islam y democracia son compatibles (de hecho, están convencidos de que lo que es incompatible son cristianismo y democracia) pero todavía no han encontrado un país que les sirva de ejemplo, ni uno solo. Oiga usted. Entre otras cosas, porque el Islam no respeta la libertad religiosa. El propio Benedicto XVI veía muy difícil casar democracia e Islam. Israel, por tanto, no tiene complejo alguno, y si le hablan de alianza de civilizaciones, probablemente le dé la risa tonta. Es más, a los judíos les importa un pimiento lo que piensen de ellos los europeos. No sólo nos consideran pro-palestinos; nos consideran algo per nos consideran decrépitos y cobardes. Que no deja de ser lo mismo que nos consideran los musulmanes, para quienes, por primera vez en 14 siglos de historia, los europeos somos conquistables por la sencilla razón de que no creemos en nada, sólo en el deseo de mantener nuestro nivel de vida.
Los israelíes no son locos. Son, insisto, la única democracia de la zona, pero saben que en ocasiones es preciso luchar por defender el propio ideal, un ideal que tiene su enjundia, porque, como ocurre en Occidente, son más los creyentes que los practicantes en la tierra prometida, e incluso no se puede hablar de identidad étnica, porque en 20 siglos de diáspora, el mestizaje genético judío es enorme. Sin embargo, son judíos, se saben judíos y se sienten judíos. Ahora preguntémonos: ¿qué somos los europeos, sino unos renegados de nuestras raíces cristianas?
Respetan más a los estadounidenses, por la sencilla razón de que es un pueblo joven, y confían en los pueblos jóvenes.
Aznar, que es un tipo con muchas ideas, también propuso una alianza atlántica, es decir, el mismo juego que practican los británicos, que entraron en la Unión Europea más que nada para detener el proceso de unidad europea, porque lo que a ellos les va es la alianza atlántica con Washington.
¿Y qué maravillosa idea se le ha ocurrido a don José María? Pues un área de libre comercio entre las dos orillas del Atlántico no, por Atlántico don José María no entiende ni Mauritania, ni Senegal-. Acabar con las fronteras comerciales: glorioso ideal. Justo lo que necesita Europa para salir de su profunda depresión y no económica, sino anímica-: libre comercio.
En el entretanto, el viejo continente que alumbró al mundo se suicida: no tiene ideales es más, se dedica a poner en solfa los ideales que lo forjaron- y no tiene hijos. Es decir, se suicida espiritual y físicamente. Los hijos que no tuvimos se esconden en las cloacas, cantaba, con cierto don de profecía, seguramente desconocido hasta por él mismo, Luis Eduardo Aute. Y lo malo es que posee unos psiquiatras que para curar esa tendencia depresiva al suicidio practican la terapia más peligrosa de todas: acudir con manguera a las inundaciones y con barcazas a los incendios. Cuando hay que exigirle respeto al Islam, habla de alianza de civilizaciones, cuando ha caído en depresión por abandonar sus principios cristianos, promueve el laicismo, cuando le falta cualquier espíritu de trascendencia, tanto en su cultura como en su arte, clama oír un cientifismo bobalicón y por una tolerancia que no es sino mero relativismo
Europa está tan deprimida que está repleta de instintos suicidas. Pero esta patología se solucionaría, sin duda, con una zona de de libre comercio en el arco Atlántico, o con una alianza de civilizaciones. Seguro.
Eulogio López