Quien siembra vientos recoge tempestades. Y quien siembra vientos de venganza recoge tempestades de violencias. No olvidemos que el resentimiento es la peor de las pasiones humanas, dura más que el orgullo (aproximadamente, lo mismo que el ser humano), es más pegajoso que la envidia y constituye la esencia del odio : un odio sin rencor no es más que una ligera animadversión más o menos dramatizada.
El Gobierno Zapatero ha creado una Comisión Interministerial para reparar a las víctimas de la dictadura franquista, para fomentar el voto al PSOE y para demostrar a su principal competidor político, a quien el secretario de Organización del PSOE, Pepiño Blanco, no deja de llamar la derecha dura, que deben rendirse al nuevo poder emergente. Es la táctica habitual de la izquierda: poner en duda el pedigrí democrático de la derecha.
Y así, días después de que, en el silencio de la noche, el Ejecutivo retirara la estatua de Franco ubicada al lado del madrileño Paseo de la Castellana, un tipo armado con un megáfono apareció en el Valle de los Caídos para ordenar a la comunidad de benedictinos que allí vive que abandonaran el lugar.
El presidente Zapatero pasará a la historia como el gobernante más ignorante e insensato, además de malicioso, de la historia democrática española. Su vicepresidenta primera, Teresa Fernández de la Vega, guarda con él un extraordinario parecido : sabe que el odio es electoralmente rentable, y que hay dos odios que el PSOE debe fomentar entre el electorado : el odio a la Iglesia y el odio a Aznar por la Guerra de Iraq. El votante ideal de toda la estrategia socialista es Pilar Manjón, toda una generación. La Generación Manjón considera que a las 192 víctimas (contando al niño no nacido, 193 si contamos el geo muerto en Leganés ocho días después de la masacre) del 11-M las asesinó Aznar. Es la misma Manjón que se marchó de viaje, ese mismo día, un año después, porque tiene la mala suerte de vivir al lado de una iglesia y no quería que le recordaran con sus campanas la muerte de su hijo. Aznarfobia y Cristofobia confundidas en uno.
A la Generación Manjón pertenece también un comunicante que recientemente me escribía una carta donde, tras una colección de epítetos insultantes, realizaba una curiosa mezcla: venía a decirme que los míos, es decir, Acebes y Zaplana, tardarían mucho en volver al poder. La verdad es que quien siga estas líneas difícilmente podrá considerar que los míos son dos caballeros por los que no siento aprecio alguno. Es más, todo lo contrario. Es lo mismo, el odio no se detiene en matices. El odiador profesional vota contra los curas y vota contra Aznar. En breve, se olvidará de Aznar (un personaje que no da para mucho odio) y se atendrá con entusiasmo a su Cristofobia.
Esta es la estrategia del Zapatero, y en algo tenía razón mi comunicante: hay Zapatero para rato, porque muchos españoles no votan a alguien tan gris como el actual presidente del Gobierno porque les entusiasme su política y su cosmovisión. No votan pro, votan anti. Votan a Zapatero para fastidiar a ese todorevuelto que consideran cristiano, aznarista, derechista y belicoso. Todo a un tiempo. Pero insisto, al final se difuminará la Aznarfobia (que no da ni para una fobia mantenida) y quedará la Cristofobia.
El chiflado que apareció el pasado sábado 19 por el Valle de los Caídos no pidió que se llevaran las tumbas de Francisco Franco y José Antonio Primo de Rivera: lo que pidió fue que se largaran los curas. Es el mismo berrido que en breve dará la precitada Comisión Interministerial y la precitada tía-abuela de todos los españoles, doña Teresa, sólo que en fino: hablará de secularizar y normalizar el Valle de los Caídos, creando en la zona un espacio ciudadano. Se admiten apuestas.
Con la ignorancia que exhiben el presidente y su segunda, seguramente no recordarán que en el Valle no sólo están enterrados el anterior Jefe del Estado y el fundador de la Falange, sino otros 30.000 españoles que participaron en la cruel Guerra Civil de 1936-1939. De los dos bandos, aunque predominan las víctimas del bando nacional. La única condición para ser enterrado en el Valle era ser creyente. ¿También se van a trasladar 30.000 tumbas?
Personalmente, pienso que lo que no soporta la progresía zapaterista es la enorme cruz, la más grande de Europa, que corona el complejo del Valle, visible desde toda la zona oeste de la provincia de Madrid. Eso y que unos curas benedictinos se comporten con exquisita fidelidad a Roma y recen cada día por las almas de los difuntos allí enterrados y por la concordia entre los españoles. Eso, naturalmente, es una provocación intolerable, tanto para Zapatero como para Pilar Manjón.
Y lo más triste, es que una vez que se ha visto que el terrorismo funciona en España, y que con un masacre colectiva los terroristas consiguieron cambiar de Gobierno y conseguir un Ejecutivo más próximo a sus intereses (no a sus ideas, pero sí a sus intereses), el miedo y el odio que generó el acto criminal se retroalimenta y funciona electoralmente. El 10 de marzo toda la Cristofobia y todo el antiaznarismo difundido por Zapatero no hubieran conseguido ganar las elecciones; el 14 de marzo lo consiguió, y ahora, un año después, Zapatero ha consolidado su ventaja sobre la derecha y es un líder sólido y popular. Si desde que el lobby rosa ha conquistado el cine, las películas ya no siempre acaban bien, ¿por qué habría de hacerlo la política? No lo duden, la Cristofobia funciona. No produce felicidad, desde luego, pero sí muchos escaños.
Eulogio López