Me encanta la inocencia, o será ingenuidad, de la jerarquía eclesiástica española. Así, el diario El País ha conseguido sacarle el siguiente titular al secretario de la Conferencia Episcopal, Juan Antonio Martínez Camino: Zapatero haría bien en no provocar a la Iglesia. Naturalmente, el titular no resume, en modo alguno, la actitud del conjunto de la entrevista, pero esto es lo mismo que se decía con las jugadas en el área del Real Madrid (una calumnia, que conste) retransmitidas por televisión: que parecían tomadas desde el tercer anfiteatro... porque si no, se veía todo.

El País ha conseguido extraer esta frase y se ha quedado tan a gusto. La mejor técnica en manipulación consiste en convertir al verdugo en víctima y a la víctima en verdugo. Así, la Iglesia estaría amenazando al Gobierno socialista, pobriño, que democrática y pacíficamente soporta la ofensa y la amenaza de Martínez Camino, quien, como es sabido, dispone de varias divisiones armadas, un ejército de pistoleros sedientos de sangre y todo el poder financiero del universo. ¿Qué puede hacer el Gobierno frente a tanto poderío? ¡Pobriños!

El director de Opinión de Hispanidad.com, Javier Paredes, viajaba el pasado domingo 19 por las calles madrileñas, mientras el taxista alegraba sus oídos poniéndole la SER. Como era día de precepto, la emisora hermana de El País, ambos hijos de Polanco, regala los oídos de su audiencia con un apasionante noticia-reportaje-editorial sobre unos catequistas que se habían marchado de la parroquia, tremenda pérdida, ante la claras sospechas de que el cura tuviera pérfidas inclinaciones pedófilas. Paredes explicó al transportista que no era necesario le regalara con tan curioso mensaje, que incluso podía apagar la radio o poner, qué se yo, Kiss-FM. Y el taxista se asombró de tanta intolerancia, con un alegato políticamente correcto : caramba, hay que oír de todo, incluso en ocasiones hay que escucharlo todo. Pareces, está claro, es un peligroso intolerante cavernícola, como casi todos aquellos que no escuchan la SER... como es sabido. Nuestro taxista estaba bien predispuesto a admitir que el susodicho cura, es decir, la víctima de la calumnia de la SER, era pederasta antes de llegar a la adolescencia, como aquel anticuario que vendía crucifijos de varios siglos antes de Cristo. Todo depende de cómo se plantee la cuestión. O sea, al estilo Gabilondo y la Cadena SER. ¿Está usted de acuerdo con que la Iglesia, los tenebrosos, se opongan a las reformas sociales de nuestro bien amado Gobierno? Y no se lo van a creer, pero ganan los que no están de acuerdo con tamaña felonía.

La inocencia es evangélica, aunque sobre la ingenuidad tengo mis dudas. Porque, ¿cuál creen ustedes que es la respuesta de los fieles cristianos ante el ataque contra la Iglesia, la cristofobia creciente del Gobierno Zapatero? Pues, las dos, pero las dos son malas. Está la respuesta de los peperos de Aznar y la de los vaticanólogos. Los primeros son los profetas del mal menor, que es un fenómeno que se extiende sin límite a lo largo del tiempo, sobrepasa las fronteras del país de la necedad y continúa avanzando hacia la demencia total. El mal menor no conoce límites. Según esta teoría, lo malo no es la blasfemia recurrente contra todo lo que huela a cristiano, sino el hecho de que el PSOE ha llegado a La Moncloa y ha alejado de ella al Partido Popular. Los peperos vienen a comportarse como señalaba Forges: van como van y pasa lo que pasa. Siguen pensando que no están en el Gobierno y que esto les pasa por un Gobierno sociata. Si, por ejemplo, Rajoy, o Aznar, pongamos por caso, regresaran a La Moncloa, el divorcio, el aborto, la enseñanza religiosa, la eutanasia, la pobreza, la frivolidad, todo se solucionaría en un pis-pas.... como se pudo comprobar durante los ocho años de Aznarismo. Un poner: la jerarquía eclesiástica se ha echado en manos de la Cadena COPE, y la Cadena COPE sigue controlada por un grupo de intelectuales, o sea, algo más que periodistas, y tal y como a ellos mismos les gusta definirse, que no se arrodillan para rezar pero sí para cantar las excelencias de José María Aznar y recordar aquellos tiempos felices, cuando el mundo era joven: mismamente, de 1996 a 2004. Y en contra de eso que ustedes puedan pensar, no es el PP quienes les pagan el sueldo, sino la Iglesia. El lema de este grupo es: lo que es bueno para el PP es bueno para el Cristianismo. E incluso, aunque esta última información sea innecesaria y se deduzca de las dos primeras... es bueno para nosotros mismos.

Pero junto al grupo pepero, hay otra respuesta. Otro colectivo, que también hace oír su voz frente al ataque zapateril. Se trata de los vaticanólogos. Estos son muy divertidos, y capaces de pronunciar muchas más necedades por metro cuadrado que los krenminólogos de la vieja URSS. Según estos, está clarísimo lo que está ocurriendo : el sector más conservador del Episcopado se está enfrentando al sector progresista. Pongamos Rouco y Cañizares contra Amigo, el cardenal de Sevilla. Claro que el asunto no es tan simple, no señor, sino que, además, el arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, se habría propuesto templar gaitas porque Zapatero le habría prometido algo. Un do ut des, ¿comprenden? Negociaciones de altura, en la mismísima cumbre, finura y sutileza a raudales.

Uno, en su simplicidad, no acaba de comprender qué puñetas le puede ofrecer Zapatero a Rouco a estas alturas, con lo que ha caído y está cayendo. Incluso, he oído a unos de estos vaticanólogos explicar que Rouco había cedido en lo del matrimonio homosexual a cambio de que se mantuviera la financiación de la Iglesia, y en que hubiese dos matrimonios, el normal y el gay, con tal de que a este último se le llamara de otra forma. Y así, se habría suprimido la manifestación de cristianos contra la política del Gobierno.

A mí, la teoría de la conspiración me encanta, porque es muy divertida. El hecho de que siempre resulte falsa no le quita emoción. Pero, generalmente, el mundo moderno no se guía por conspiraciones, sino por consensos. El vencedor de las batallas es aquel que logra imponer sus eslóganes en la masa, especialmente si la masa no se entera de cuál es el origen del eslogan. En ese caso, el triunfo es total. Y probablemente, incluso el ganador sea un juguete de otras fuerzas más inteligentes que le utilizan como intermediario. Quiero decir que, considerando el coeficiente intelectual de José Luis Rodríguez Zapatero, le veo, no como el iniciador de un consenso, sino como el hombre que se acomoda a él. No le veo como el gran enemigo de la Iglesia, sino como la marioneta en manos de la Cristofobia. En otras palabras, el objetivo final de la Cristofobia actual no es aniquilar a la Iglesia sino conquistarla. Como diría Guareschi, que conocía muy bien a Gramsci, no se trata de quemar iglesias sino de democratizarlas. Para ello, el arma más eficaz sigue siendo la desacralización, y a esta se llega por la blasfemia. Así, el empleado de Florentino Pérez, David Beckham, se cuelga rosarios al cuello, mientras una mayoría de papanatas alude a la tolerancia con el susodicho jugador del Real Madrid. Y cuando un par de cantantes desquiciados, capitaneados por el tonto del Bisbal, se burlan del Misterio de la Navidad, entonces es cuando se está atacando al corazón de la Iglesia. La tolerancia con la blasfemia impone la ligereza, es decir, actuar como si nada fuera importante, llamando a la injuria, libertad y a la cobardía, tolerancia. Esa es la gran batalla.

La SER es una experta en blasfemias. Cuando Gemma Nierga lanza a sus liberadas chicas a confesarse para grabar la conversación con el sacerdote y emitirlo luego por las ondas, Polanco está llamando a la blasfemia, un instrumento que tienen dos consecuencias muy interesantes: si te callas por cobardía, has perdido; si levantas la voz, te sacan un titular en El País, como a Martínez Camino. La blasfemia reproduce el esquema del viejo aforismo: cara, yo gano; cruz, tú pierdes. Si callas, pierdes; si reaccionas, también, porque eres un intolerante.

En el entretanto, los primeros siguen clamando por la vuelta de Aznar (vital para el futuro de la cristiandad) y los vaticanólogos continúan analizando las vísceras de las ocas sagradas para ver cuál es, exactamente, la postura del obispo de Ciudad Rodrigo y los niños del Coro de Santa María de la Real de la Almudena, donde radica la solución del asunto.

Conclusión: la iglesia no tienen nada que perder, lo único que tiene que hacer es luchar por su propia causa, que es Cristo... pero no por ninguna otra. Por cierto, insistimos: ¿Quién convoca, y cuándo, la manifestación de católicos contra la política del Gobierno Zapatero? Pero, no olvidemos que la batalla no es ni por la vida, ni por la familia, ni por la educación, ni por la financiación de la Iglesia. La batalla es la que anunciara el Apocalipsis, y las bestias de la tierra y del mar están marcadas por la blasfemia... y por poco más.

Eulogio López

PD. No se pierdan el comunicado que nos remite la Comisión pro respeto a los sentimientos religiosos (Cartas al Director). Menos mal que Polanco es un personaje tolerante y respetuoso. Y hasta sería de desear que el entrevistado Martínez Camino aprovechara la entrevista para protestar contra las blasfemias permanentes del Grupo Prisa. Y si siguen teniendo dudas sobre el hecho de que la batalla de hoy es la batalla contra la blasfemia, no tienen más que leer la noticia que publicamos en esta edición en la sección Por lo breve: La Justicia argentina retira la muestra blasfema de León Ferrari, mientras Canal enseña cómo cocinar un Cristo.