Y con ella el nacionalismo. Si alguien quiere separarse, sólo necesita que le apoye una potencia militar

Nicolás Sarkozy no ha logrado un acuerdo de paz en Georgia. Lo que ha conseguido, y está a punto de lograrlo, porque a la fuerza ahorcan, es que logrado es que Georgia acepte las pretensiones rusas de absorber a Osetia del sur y, no contentos con el foco del conflicto, también segregarán Abjasia.

Con la crueldad propia del ex comunista (¿ex?) Vladimir Putin, Rusia le ha devuelto a Europa la pelota de aceptar el derecho de autodeterminación por la fuerza, de la misma forma que hicieron los europeos en el Kosovo y su independencia frente a Serbia.

El problema del derecho de autodeterminación continúa siendo el de siempre: ¿Quien vota: los que secesionistas o el conjunto de los ciudadanos del país seccionado? Problema que se integra en otro aún mayor, que es el nacionalismo, dado que éste no se preocupa por lograr el Estado de Derecho sino por los límites del Estado. En cualquier caso, la OTAN debe llegar cuanto antes al Cáucaso... y la democracia a Rusia.

La guinda de la tarta: si España pintaba poco en Europa, el regreso de los españoles desde Georgia ha tenido que correr, una vez más, a cargo de Nicolás Sarkozy.