• La pregunta es: ¿cuántos creen que en el pan y el vino está el mismo Dios, con su cuerpo, sangre, alma y divinidad
  • La batalla final es batalla eucarística y sigue la tónica eterna de la Cristiandad: de derrota en derrota hasta la victoria final.
  • La Iglesia vive de la Eucaristía, clamaba Karol Wojtyla. Este es el momento de elegir. Y tiene que ser ahora.

Las siguientes palabras están sacadas del libro "Los dictados de Jesús a Marga", la madrileña que recibe revelaciones de Jesús y de María, y en cuya sobrenaturalidad el abajo firmante cree. No por la autoridad de la intermediaria sino por el contenido de los mensajes. En este caso, habla de los tres niveles de los secuaces del Anticristo: "en la Iglesia existen buenos y malos. Dentro de los unos y los otros hay grados. Los más malos de los malos son personas entregadas a Satanás. Estas personas trabajan a favor del Anticristo. Para hacerlo subir en el pedestal, llegado el momento. No son muchos, pero están en puestos importantes… Luego están los que no trabajan directamente para el Anticristo. El demonio trabaja para poseerlos, en uno u otro campo de su alma… Luego están los ingenuos o los incautos",mayoría que ha abandonado la oración, la penitencia y el ayuno. Obedecen a los segundos.

La descripción es dura, pero todos esos grados apuestan contra la misma realidad: la Eucaristía, el Dios que toma cuerpo en las especies eucarísticas del pan y del vino. Porque la batalla final, ya próxima, será batalla eucarística. Y no olvidemos que si algo define a nuestra época es la profanación constante de la Eucaristía. No me refiero tan sólo a las violaciones de sagrarios, sino a la recepción sacrílega de la forma consagrada o a la mera conversión del milagro diario de la Eucaristía en un acto rutinario. En resumen, la pregunta es: ¿Cuántos creen que en el pan y el vino está el mismo Dios, con su cuerpo, sangre, alma y divinidad

Pero el peligro, como siempre, no radica en que el hombre se canse de Dios, sino en que Dios se canse del hombre. Dios existe y actúa independientemente de que el hombre crea o no crea en Él.

Es Dios quien, harto de la ingratitud del hombre, puede abandonar el Sagrario. Entonces habrá llegado el final de ciclo, el gran cisma y la Iglesia de las catacumbas. ¿Y más tarde Más tarde vendrá la victoria de Cristo, con una Iglesia renovada y una sociedad justa. Porque el Anticristo está condenado a la derrota. Se cumple así la historia eterna de la cristiandad: de derrota en derrota hasta la victoria final.

Por el momento, toca pegarnos al sagrario. "La Iglesia vive de la Eucaristía", clamaba ese gran pensador que fue Karol Wojtyla. Y no es un metáfora, sino una casi primaria, casi prosaica, descripción del momento actual de la historia. Y este, precisamente este, es el momento en que todos estamos obligados a elegir. Y tiene que ser ahora.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com