Jazztel empezaba la semana desplomándose en Bolsa ante la sospecha de que su racha de crecimiento en número de clientes mes a mes hubiera comenzado a cambiar de signo (perdía más de un 12% en dos jornadas, lo que obligó a la compañía de Leopoldo Fernández Pujals a remitir a la CNMV un hecho relevante, poniendo al día sus datos de ADSL y móvil un mes antes de lo preceptivo), y la terminaba viendo como la Comisión del Mercado de la Telecomunicaciones (CMT) autorizaba, en virtud de la contabilidad de costes de Telefónica, una subida del precio del alquiler del bucle local cercana al tres y medio por ciento.
No es baladí esta medida para Jazztel. En la era del despliegue de nuevas redes de fibra óptica, Jazztel sabe que tiene una debilidad evidente en su prestación de servicios de banda ancha fija, que se limita al ADSL y un tímido coqueteo con el VDSL, a través de la red de Telefónica, vía alquiler de bucle. Jazztel está presente en casi mil centrales de Telefónica, desde las que da servicio a sus casi 1.340.000 clientes, alquilando la infraestructura fija del principal operador español, el tramo que va desde las centrales a los domicilios de los clientes.
Por el alquiler de ese último tramo, el llamado bucle de abonado, Jazztel (no sólo, ellos, todos los operadores que alquilan bucle, aunque es Jazztel el más activo en este campo) paga una cantidad mensual que Telefónica ha reiterado que es excesivamente baja, fuera de las medias europeas y por tanto, injusta para el arrendador.
La semana pasada, la CMT autorizaba una subida del 3,4% de esta cantidad, lo que sitúa el alquiler en los 8,6 euros mensuales. Una subida que Jazztel, arrendatario de la mayoría de los tres millones de bucles alquilados que tiene Telefónica, no tiene más remedio que asumir, puesto que es su herramienta, para ofrecer ADSL a sus clientes.
Otro rejonazo, pues, a las cuentas del operador que preside Fernández Pujals y gestiona en España José Miguel García.
Los analistas de Bolsa continúan viendo un recorrido alcista en el valor de Jazztel, pero no deja de ser preocupante que una de las razones de este optimismo tenga que ver con la posibilidad de que el operador reciba una oferta de compra. No en vano esta es una de las debilidades de Jazztel de cara a la opinión pública, la de ser -o parecer- siempre una compañía en permanente estado de venta.
Miriam Prat
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