Indra aún no ha digerido la absorción de Soluziona, a causa de la diferencia de retribuciones entre los directivos de ambas casas

Además de ser conocido como El Señor de los Anillos,  así como por su afición al lujo, el presidente de Indra, Javier Monzón, tiene un único objetivo en la vida: convertirse en presidente de Telefónica, dado que no pudo ser, pese al apoyo de Alberto Cortina, Consejero Delegado de la operadora.

No lo ha conseguido, a pesar de su brillante capacidad de adaptación al entorno. Por ejemplo, estuvo en la celebración del último cumpleaños de José María Aznar en Moncloa y pocos meses después, nada más producirse el vuelco electoral, se puso al servicio del nuevo Gobierno socialista, por si necesitaban empresarios expertos en compañías recién privatizadas. Su versatilidad se deja ver en que ha sido uno de los grandes defensores de la US Navy –para quien trabaja- y del Gobierno de Hugo Chávez –para quien trabajó.

Por otra parte, el presidente de Indra es un verdadero especialista en fichar apellidos ilustres, conseguidotes que le abren las puertas del Gobierno español o del nacionalismo catalán, según depende. Y si algo sabe pagar con generosidad Monzón es a un buen conseguidor.

Tras la absorción de Soluziona, que aún no ha conseguido digerir por los elevados salarios de su gente, comparados con la filial de Fenosa, Monzón ha emprendido una veloz carrera para conseguir una especie de monopolio en el sector de la consultoría. Ahora ha puesto los ojos en Everis, la antigua DMR Consulting de Fujitsu-Siemens. La compañía de capital-riesgo, y otras cosas, 3i es la encargada de juntar manos.

¿Qué dónde puede terminar la carrera? Nadie lo sabe: por el momento, no en Telefónica.