En TVE, el juez Baltasar Garzón, que pidió la extradición de Pinochet en su día, ha manifestado sobre la muerte del dictador que siente una mezcla de frustración porque la justicia al final no llegó a tiempo de dictar una sentencia que yo hubiera deseado que fuera condenatoria y también una cierta satisfacción porque desde el 96 se pudo hacer efectivo el principio de justicia universal.

 No ha habido la conclusión final de un procedimiento, especialmente en  Chile, que se le haya podido juzgar y condenar por los crímenes que se le imputan. Aquí en España hicimos lo que debíamos hacer, la reclamación de la extradición que judicialmente se ganó pero políticamente fue devuelta. La justicia a veces es demasiado lenta, sobre todo en estos casos, y la enseñanza es que no debemos hacer dejación de la función judicial porque hay otras personas que participaron en esos crímenes y deben ser sometidos al proceso, ha añadido Garzón.