El abogado Antonio Garrigues es un gentleman y por lo tanto no acostumbra a criticar a las señoritas. Además, como buen abogado, se cuida muy mucho de criticar al Gobierno. Si se mezclan ambas cosas, lo esperable sería un discreto silencio. Pero no. En el acto de entrega de premios Empresa Socialmente Responsable de Latibex celebrado el pasado jueves 16, Garrigues protagonizó uno de los peores episodios de reverencia y pleitesía al poder.
Estaba presente en el acto la secretaria de Estado de Iberoamérica, Trinidad Jiménez, secretaria de Estado sin cartera, incapaz donde las haya, irresponsable de las negociaciones entre Repsol y la autoridades bolivianas, emparedada entre la realidad del secretario de Estado de Exteriores, Bernardino León y el responsable de la Secretaría Permanente de las Cumbres Iberoamericanas, Enrique Iglesias.
Por supuesto, no hacía falta que levantara el velo. Pero habría bastado con un discreto silencio. En lugar de ello, Garrigues señaló que Jiménez era de las pocas personas con sensibilidad internacional, que conoce el mundo y que lleva muchos años dedicada a la política internacional. Desde los despachos, se le olvidó decir. Nadie puede tomar decisiones sin saber lo que pasa en el mundo y Trinidad Jiménez lo sabe, señaló. La afectada, por supuesto, tan contenta ¿Era necesaria semejante adulación?