Es la noticia del día, quizás del mes. Ante las justas reivindicaciones paneuropeas de la sanidad animal, lo cual revelan una exquisita sensibilidad, la UE ha echado la bronca a países que, como España, utilizan unos habitáculos de lo más incómodos para las gallinas ponedoras de huevos. Esto no puede ser.

Es la misma comunidad, la europea, que recientemente, en su más egregio foro, el parlamento, defendió el derecho al aborto y preconizó el castigo a aquéllos pérfidos países que pretenden restringir el sagrado derecho al aborto.

Y el parangón es lógico: a fin de cuentas, una gallina ponedora es mucho más útil que un niño: la gallina pone huevos y el niño se los come. O sea, que es un depredador.

Es necesario pararle los pies al niño y poner en marcha el Estado del Bienestar gallináceo. Con fondos europeos, naturalmente.

Eulogio López

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