Sr. Director:
En Navidad, es inevitable contemplar con hastío el mal gusto del que hace alarde el alcalde de Madrid, que se empeña en cubrir de repelentes adornos toda la ciudad. Las bolas de mimbre que nacen de las alturas de las calles del centro son sosas, pero lo que en verdad es muy mal gusto e incoherencia atroz son las palabras y palabros que se iluminan pobremente en el Paseo de Recoletos.
No estoy de acuerdo con la depuración de símbolos religiosos con las que nos martiriza cada Navidad éste infausto edil, pero, al menos, podría hacer gala de su intolerancia con más elegancia o donosura, para hacernos engullir el mal trago de manera más delicada. Pero, firme en su propósito, sigue empeñado en arrancar el buen gusto que caracterizó al Madrid de anteriores alcaldes, con horteradas sin nombre y con luces sin sentido.
El señor Ruiz-Gallardón estará satisfecho de éstos horrores decorativos, pues para él, Madrid ya ha entrado en el Siglo de las Luces; de las luces de Navidad.
César Botey
botey@eresmas.com