Se ha hecho a espaldas del propio presidente de AUNA; Salazar Simpson, quien se ha enterado pro la prensa. En lugar de ser AUNA Cable quien absorbiera a su competidora ONO (como estaba previsto) va a ser su competidora ONO quien absorba a AUNA Cable. Ambas empresas están controlas por Emilio Botín y el Santander Central Hispano. En principio, el cántabro pensaba hacer la operación al revés, pero Eugenio Galdón, el hombre de ONO, se movió rápidamente y consiguió el dinero (de Bank of América y General Electric, principalmente), y el dinero es un argumento que pesa mucho en un banquero cuyo lema favorito es este: Lo que no son cuentas son cuentos. El diario Expansión, que tiene el mérito de la exclusiva, ha acertad Eso sí, los fondos adquirientes que acompañan a Galdón exigen que se cumplan una serie de objetivos (todo el mundo sabe que el cable no acaba de arrancar en España porque cablear un país demográficamente asimétrico como este, resulta muy caro). En principio, podemos hablar de 2.700 millones de euros.
Ahora bien, con su decisión, siempre guiada por intereses literarios, Botín ha irritado profundamente al Gobierno socialista. No olvidemos que ONO ofrece telefonía básica, Internet y TV, todo ello por fibra óptica. Si a AUNA le quitas el cable, le estás quitando la telefonía fija, por lo que se queda con los móviles de AMENA; sí, que son lo más rentable pero que frustran el objetivo que todo el mundo busca hoy: operadores de telecomunicaciones integradas, es decir, capaces de ofrecer telefonía fija y móvil a un tiempo. De hecho, telefonía integral, es el concepto de moda en el sector, muy querido por César Alierta. Y la nueva ONO será muy grande sí, pero no tendrá telefonía móvil.
Y hablando del Rey de Roma: Alierta está feliz con la noticia, si finalmente llega a cerrarse la operación. Desaparece su único competidor real en España, integral, capaz de hacerle dañ AUNA se desmembra. Esto es, precisamente, lo que más cabrea a don José Montilla, ministro de Telecomunicaciones, quien ya advirtió que no iba a aceptar que licencias públicas (AUNA era la antigua Retevisión) fueran vendidos a extranjeros o desmembradas. Así no es posible la competencia al operador dominante.