Consorte y coherente. La viuda del Rey Balduino no es del gusto del dominante Nuevo Orden Mundial (NOM): era una repugnante católica. Como su marido, que pasará a la historia como el monarca que dimitió para no tener que firmar la ley belga de aborto.
Si algo saca de quicio al Rey emérito español, el también católico Juan Carlos I es que le recuerden que él no hizo como Balduino: firmó todas las leyes de aborto (1985 y 2010) que le pusieron por delante.
A cada uno lo suyo. Lo cierto es que lo de Balduino fue un gesto. Hubiera resultado más coherente que, en lugar de dimitir por dos días y luego recuperar el Trono, hubiera abdicado e incluso forzado a los belgas a elegir entre aborto y monarquía en un referéndum. El derecho a la vida lo merece. Pero, por lo menos, dio testimonio.
Y tampoco ocultó su condición de cristiano practicante. En cualquier caso, su esposa Fabiola (en la imagen) le apoyó.
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