La sentencia que recientemente condenaba a varios directivos de Ebro Puleva, la primera empresa de alimentación de España, por uso indebido de subvenciones comunitarias tiene su origen en el ex presidente de Ebro, Vicente de la Calle. Tras su cese en la empresa, Vicente de la Calle denunció a directivos de su compañía, y la Comisión Europea aprovechó para forzar una sentencia ejemplarizante en la materia.
La verdad es que el gran delito cometido por los directivos de Ebro consistió en periodificar subvenciones y pasarlas de unas factorías a otras y de un año a otro, todo ello por valor de 5,5 millones de euros, una verdadera minucia dentro del gran derroche de la Política Agraria Común. Es más, lo que hacían los directivos de Ebro lo hacía todo el mundo. Sin embargo, en este caso, la Comisión tenía el testimonio y la acusación del propio presidente de la compañía. Todo un chollo para cualquier sancionador.