Sr. Director:
Respecto a la asignatura de Educación para la Ciudadanía, me opongo frontal y diametralmente, para que no quepa la menor duda.
Yo soy la que ha parido a mis hijos, no la señora ministra. Yo, la que los he alimentado, no la conserjería. Yo, la que se ha levantado por las noches cuando lloraban (bueno, a veces también mi marido), y no los empleados del Ministerio de Educación. Yo soy la que los he llevado al pediatra cuando estaban malitos, y no el señor consejero. Y así, un largo etcétera. Por esto y por mucho más (como decía aquella canción de Julio Iglesias) somos, mi marido y yo, los que tenemos el derecho y el deber de educar a nuestros hijos como nosotros queramos. Y no como lo dictamine el gobierno de turno.
Compete, exclusivamente a lo padres, educar moralmente a sus hijos según sus propias convicciones. ¿Quién es el Estado para suplantarnos de esta manera? ¿Cuál es la jerarquía de valores por la que se regirá? La respuesta es bien sencilla, dado el interés que manifiestan por imponer esta asignatura y los castigos con los que nos amenaza la sra. ministra si no pasamos por el aro. Y este interés se me antoja que va en el sentido al que se refería X. Lacroix cuando decía: "los jóvenes quieren que les hablemos de amor y les respondemos con el preservativo y el SIDA". Hay cosas que es mucho mejor tratarlas en la familia, entre otros motivos porque refuerzan la relación entre padres e hijos.
La educación libre y gratuita es un derecho fundamental protegido por nuestra constitución. Y lo hemos de ver reflejado en la práctica, porque a día de hoy, gratuita sólo es la educación que imparte el Estado, por lo que deja de ser libre. No se puede optar por otra, salvo pagando, por lo que deja de ser gratuita. ¿A qué viene tanto recorte de libertades?
Llueve sobre mojado. Los padres estamos empezando a cansarnos de esta situación pero no nos cansaremos de exigir nuestros derechos. Es el momento de plantar cara y ahora, según mi opinión, toca objetar. Aún a riesgo de que suspendan injustamente a nuestros hijos. ¿Existe atropello mayor?
Mª Covadonga Cañal García
covacaal@yahoo.es