En la mañana del lunes 11, del reconocido teólogo Federico Jiménez Losantos, reconocido monseñor al que la incuria vaticana aún no ha se ha dignado nombrar cardenal, pronunciaba las siguientes palabras: "es la primera vez que alguien reconoce, desde la autoridad de un príncipe de la Iglesia, cardenal primado de Toledo, la división en la Iglesia. Para los que hemos venido del ámbito progre, el comienzo de la disolución de España es el mismo. Años 60, la Iglesia se divide: una parte se va al nacionalismo, otra parte se queda viviendo la transición, y el resultado aquí esta. Todos los partidos de oposición nacionalista, todos, salen de las sacristías, también salen otras cosas virtuosas, pero todo lo malo que nos guía sale de allí, es la primera vez que se habla de que esa fractura es un hecho, y estaría bien que se hiciera la historia de ese hecho".

La verdad es que monseñor Cañizares se refirió, durante la Procesión del Corpus, en Toledo a la división en la jerarquía eclesiástica sobre el trato a la Eucaristía, en clara referencia a la parroquia de San Carlos Borromeo, regido por un trío de curas ensoberbecidos por su presencia en los medios y por el apoyo de reputadísimos teólogos, como Leonardo Boff y el mariachi de la teología de la liberación.

Pero a Jiménez eso le da exactamente igual, en especial porque entiendo que, en su calidad de agnóstico, no cree que en las sustancias sacramentales esté el cuerpo y la Sangre de Cristo. Al final, desde la cadena de emisoras propiedad de los obispos, don Fede traduce la doctrinal alocución de Cañizares en una división eclesial entre obispos españolistas y nacionalistas, necesito especificarles quiénes son los buenos.

Y es que monseñor Jiménez utiliza a la Iglesia, no sólo secuestrando a la COPE, sino también ideológicamente. Así, para su cruzada una España unida, utiliza la fe católica de los españoles, y el prestigio que entre éstos tienen sus pastores, fe y prestigio que al teólogo Jiménez le importan un higo chumbo. En definitiva, don Fede es de los que piensan que España se cristianizará el día en que Mariano Rajoy llegue a la Moncloa, el día en que derribemos a Zapatero. Bueno, no lo cree ni borracho pero juega con ello.

El asunto se vuelve más interesante si, además de escuchar a Jiménez, leemos El Mundo, dirigido por el tertuliano más insigne de don Fede: Pedro J. Ramírez. Ese mismo día, en ese mismo diario, un cura rebotado -¿por qué los analistas políticos son ex curas, ex seminaristas, hijos de ex curas, etc.?- nos explica que el miserable cardenal Rouco "arremete" contra la Iglesia de la Teología de la Liberación, que ha recibido el entusiasta apoyo de Leonardo Boff, no sé si con señora ex monja o sin ella.

Al mismo tiempo, y en aras de la campa de Jiménez-Ramírez para mantener unida a la Iglesia –desvelo que consume sus días y sus noches- El Mundo nos habla de la infame condena de la Congregación por la Doctrina de la Fe al ilustre liberador Jon Sobrino, a quien el Vaticano considera que es poco católico por la nimiedad de no tener nada claro que Cristo sea Dios. Estos fundamentalistas siempre con sus fruslerías. Estos fundamentalistas son monseñor Cañizares y monseñor Rouco, los que le pagan el salario a don Fede y la colaboración a su clon, don Pedro.

Así que ya lo saben: lo primero, analizar la profunda división de la Iglesia española, causa evidente del a desunión de España, y hacer que la jerarquía apoye –prietas las filas, recias, marciales- al Partido Popular y para ser más exactos al dúo Ramírez-Jiménez. Lo segundo, ya desde El Mundo, incidir en el lamentable espectáculo que ofrece esa jerarquía, la misma

Ya lo dijo Fraga: "Esto de pagar para que te insulten es de gilipollas". Y eso que don Federico de Campazas no tiene mal sueldo, oiga.

Eulogio López